HABEMUS PAPAM. LEONEM XIV
En la festividad de la Aparición de San Miguel Arcángel, ha sido elegido el Cardenal Roberto Francisco Prevost como 267º sucesor de San Pedro, Sumo Pontífice y Vicario de Cristo en la tierra.
Deo grátias!
Desde este grupo estable de fieles perteneciente a la archidiócesis de Sevilla, formado por Una Voce Sevilla y el Grupo Joven Sursum Corda, rezamos por el nuevo Papa León XIV, para que Jesucristo sea el centro de su pontificado, confirme a los hermanos en la fe católica, y devuelva la libertad al rito Romano tradicional.
Oremus por pontifice nostro Leonem XIV
Dominus conservet eum, et vivificet eum,
et beatum faciat eum in terra,
et non tradat eum in animam inimicorum eiu.
LA CARTA QUE UNA VOCE SEVILLA ENVIÓ AL PAPA FRANCISCO EN FAVOR DE LA MISA TRADICIONAL
A continuación, damos publicidad a la carta, fechada el 3 de abril de 2022, Primer Domingo de Pasión, que el grupo estable de fieles laicos de Una Voce Sevilla y el Grupo Joven Sursum Corda escribió al Papa Francisco con ocasión de la iniciativa de un grupo de madres de sacerdotes que peregrinaron desde París a Roma para entregar personalmente unas cartas y rogarle al Sumo Pontífice que liberalizara la celebración de la Misa tradicional después de la promulgación del motu proprio Traditionis Custodes en julio del año 2021, que tanto sufrimiento ha traído a los fieles que viven su fe en torno a la Liturgia tradicional. La iniciativa fue organizada por: La Voie romaine
Oremos para que el próximo Vicario de Cristo tenga a bien devolver a la Misa tradicional la libertad que necesitan sus fieles y esta comunidad.
COMUNICADO DE LA FIUV SOBRE LA MUERTE DEL PAPA FRANCISCO
Papa Francisco, requiescat in pace.
«Con la muerte del Papa Francisco, la FEDERACIÓN INTERNACIÓN UNA VOCE (FIUV), en representación de los laicos católicos vinculados a la Misa Tradicional en todo el mundo, hace un llamado a todos los católicos a rezar por su alma, como rezamos por él en vida.
Requiem aeternam dona ei Domone, et lux perpetua luceat ei.
También rezamos por los Cardenales electores, y por el sucesor del Papa Francisco, por la sabiduría en la guía de la Iglesia, y para que vean la contribución que la Misa Tradicional sigue dando a la evangelización de nuestras sociedades.
Instamos a todos nuestros simpatizantes a asistir a las Misas por el Papa Francisco y pro eligendo Summo Pontifice, y a hacer suya la Colecta de esta última Misa:
Te suplicamos muy humildemente como suplicantes, oh Señor, que tu ilimitada misericordia pueda dar a la santa Iglesia Romana un obispo cuyo cuidado amoroso hacia nosotros siempre te sea agradable, y pueda ser constantemente honrado por tu pueblo para la gloria de tu nombre por su gobierno benéfico. Por Cristo nuestro Señor.«.
Joseph Shaw. Presidente
FRANCISCO HA MUERTO ¡VIVA EL PAPA!

A las 07:35 horas del día de hoy, veintiuno de abril del año del Señor de dos mil veinticinco, lunes de la Octava de Pascua, y en el año Jubilar, ha fallecido en el Vaticano el Papa Francisco.
Réquiem ætérnam dona ei, Dómine
℟. Et lux perpétua lúceat ei
℣. Requiéscat in pace
℟. Amen
Desde la comunidad de Una Voce Sevilla y el Grupo Joven Sursum Corda nos unimos al resto de fieles de la Iglesia en la oración por el eterno descanso del alma de Francisco, por los Cardenales electores, y por el sucesor de Pedro, para que Jesucristo sea el centro de su pontificado, confirme a los hermanos en la fe católica y devuelva la paz litúrgica a la Iglesia, en concreto retorne al rito Romano tradicional la libertad que le dio Benedicto XVI.
ARTÍCULO: EL REGRESO A LA SEMANA SANTA ANTERIOR A 1955
En este tiempo litúrgico de Semana Santa publicamos un interesante artículo escrito en el año 2021 por el profesor Peter Kwasniewski y traducido recientemente al español por el blog ´Una católica (ex) perpleja´, titulado: «El fin de setenta años de exilio litúrgico: el regreso de la Semana Santa anterior a 1955»
«¿Quién dará de Sion la salvación de Israel? Cuando el Señor haya apartado la cautividad de su pueblo, Jacob se regocijará e Israel se alegrará (Salmo 13:7). En el año 586 a. C., los judíos de la antigüedad fueron expulsados violentamente del Templo de Jerusalén y de su culto de sacrificio, y conducidos al exilio, donde sólo conservaban recuerdos de su culto divino tradicional. Setenta años después, en el año 516 a. C., comenzaron a regresar a la tierra de sus padres, aquellos que, escuchando a Esdras, anhelaban la verdadera adoración y estaban dispuestos a hacer una nueva vida en la antigua tierra.
En 1951, el 9 de febrero, la «nueva y mejorada» Vigilia Pascual de Pío XII se puso en marcha por primera vez «ad experimentum», una sencilla frase en latín que se haría cada vez más común a medida que el Vaticano tratara cada vez más la sagrada liturgia como un espécimen de laboratorio. Aunque el camino para esta drástica innovación fue allanado por la manipulación sin precedentes del venerable salterio romano por parte de Pío X, es correcto decir que 1951 marcó el comienzo de ese vuelco de la liturgia eucarística del rito romano que culminó dieciocho años después en el rito papal moderno de 1969, que, solo mediante un cierto esfuerzo imaginativo legal, puede llamarse el rito romano tal como se había conocido en la historia.
Sin embargo, el año 2021 parece ser el año en el que Roma (entendiendo aquí como aquellos que están discretamente a cargo de los asuntos relacionados con el usus antiquior) ha hecho un guiño global a aquellos que quieren utilizar la Semana Santa anterior a 1955 y, de hecho, recuperar las prácticas anteriores a 1955 de manera más general. No se está dando ningún permiso expreso, porque no se necesita para lo que es inmemorialmente sagrado y grandioso. Los católicos de rito romano, en pequeños grupos, aquí y allá, están regresando al templo litúrgico después de setenta años de exilio.
En su sermón del Domingo de Pasión (21 de marzo de 2021), el canónigo Francis Xavier Altiere, ICRSS, dijo lo siguiente:
«Recordaréis que el domingo de Septuagésima hablamos del exilio babilónico y del simbolismo del número 70. Escuchamos cómo los judíos sufrieron mucho por la suspensión de su culto tradicional cuando ya no pudieron frecuentar el Templo. Podemos tomar prestada esta analogía para hablar de nuestro propio culto católico, porque este año se cumple el 70 aniversario del inicio de la demolición gradual del rito romano [de la misa]. Sabéis que la nueva misa se introdujo en 1969, y probablemente sepáis que en 1955 se introdujo una nueva versión de las ceremonias de la Semana Santa, pero el primer globo sonda llegó en realidad en 1951, con la introducción de una nueva Vigilia Pascual experimental. De hecho, para los artífices de la reforma, este nuevo rito se consideró claramente como el primer paso de un proceso más largo, porque años más tarde, cuando promulgó un misal totalmente nuevo, el papa Pablo VI recordó esto y dijo: «El inicio de esta renovación fue obra de nuestro predecesor Pío XII, en la restauración de la Vigilia Pascual y del Rito de la Semana Santa, que constituyeron la primera etapa de la actualización del Misal Romano para la mentalidad actual» (Missale Romanum, 3 de abril de 1969). Mi propósito esta mañana no es hacer una crítica detallada de estas reformas, sino simplemente dar por sentado que, en lugar de «actualizar» la sagrada liturgia a los horizontes limitados de la mentalidad actual —sea lo que sea que eso signifique—, deberíamos apreciar los tesoros que hemos recibido de la tradición y tratar de adaptar nuestros pensamientos a ellos en su lugar. El hombre moderno está moldeado por la tecnocracia, por lo que si queremos obtener más frutos de la liturgia, debemos intentar que nuestras mentes se muevan en otro plano que nos es algo ajeno: el mundo del simbolismo».
A veces la gente todavía se pregunta por qué creemos que hay libertad para celebrar las ceremonias anteriores a 1955. La respuesta, para decirlo de manera sucinta, es que uno tiene que saber interpretar los «signos de los tiempos», como, muy notoriamente, nos pidió el último Concilio. Por ejemplo, durante tres años el PCED/CDF «dio permiso» al ICKSP y al FSSP para hacer el pre-55. Este año no se concedió permiso, no porque se negara, sino porque el CDF ya no quiere microgestionar estas cosas. Se puede deducir del Ordo impreso de 2021 (escrito en latín, por supuesto: el lenguaje de códigos definitivo de hoy), que incluye muchos pre-55ismos, aunque sin explicación de por qué están ahí; se puede ver en la tendencia de las respuestas que se han dado a consultas individuales en los últimos años; se puede ver en el hecho de que la Santissima Trinità dei Pellegrini en Roma, a tiro de piedra del Vaticano, lleva mucho tiempo haciendo y ha estado haciendo ceremonias pre-55, celebradas por obispos y cardenales. El Vaticano es muy consciente de que todo esto está sucediendo y lo permite, para algunos funcionarios, presumiblemente, por acuerdo y simpatía; para otros, porque no quieren la mala publicidad de una pelea o la inconveniencia de una intervención.
Sacerdotes y fieles de todo el mundo disfrutaron de la riqueza y el esplendor de las ceremonias de la Semana Santa anteriores a 1955 en mayor número que nunca, y sin duda podemos esperar que aquellos que lo han experimentado nunca desearán volver atrás. Aquellos que dudan por escrúpulos sobre el «permiso» deberían reflexionar sobre la triste suerte de la liturgia en las últimas décadas. Se han sucedido una mala decisión tras otra, en gran detrimento de los fieles, y a menudo en contra de la tradición ininterrumpida (por ejemplo, el intento de Pablo VI de desmantelar las órdenes menores y el subdiaconado, o el permiso de Juan Pablo II para las monaguillas, o el permiso para la comunión en la mano, que fue extorsionado por la desobediencia y tolerado por la cobardía y la fe tibia). Se podrían dar demasiados ejemplos de casos en los que se ha concedido permiso para cometer abusos, mientras que se prohibía lo que es «sagrado y grande». La admisión de Benedicto XVI de que el usus antiquior nunca había sido derogado, contrariamente al modus operandi de todos sus oponentes durante décadas, debería ser suficiente para hacernos escépticos geniales sobre la línea «oficial».
Por el contrario, ningún católico puede creer con razón que una tradición inmemorial y venerable tiene que «justificarse» ante un tribunal de justicia. Lleva en sí misma su propia justificación para existir, porque nos la ha dado la generosidad de la Providencia y ha sido recibida y celebrada por innumerables católicos durante siglos, incluso milenios. ¿Podría alguien tomar en serio la propuesta de que una Semana Santa remodelada que no duró ni siquiera 14 años tiene mayor derecho a existir o a ser utilizada que las ceremonias que se han celebrado de forma ininterrumpida durante 500 o 1000 años o incluso más? Sí, la jerarquía de la Iglesia tiene la responsabilidad de regular estas cosas, pero el objetivo de regular la liturgia es garantizar que nos llegue intacta en su esplendor, no estrangularla o masacrarla. La autoridad se otorga para el bien común, no para el bien privado de sus detentadores, o para la promoción de filosofías extrañas.
En resumen: quien piense que se requiere un permiso explícito para la Semana Santa anterior a 1955 aún no ha comprendido la naturaleza de la tradición y los derechos inherentes a la costumbre inmemorial o los límites de la autoridad papal y curial.
En mi conferencia «El rito romano de una vez y para siempre: lo que perdimos de 1948 a 1962 y por qué deberíamos recuperarlo hoy» (libro en español disponible en Amazon), dedico la sección final a explicar por qué no es necesario ningún permiso para recuperar elementos como la Semana Santa, la verdadera Vigilia de Pentecostés, la octava del Corpus Christi, la octava de los Santos Inocentes, las casullas dobladas y las estolas anchas, las oraciones múltiples, la duplicación de las lecturas por parte del sacerdote, la recitación del Credo en varias fiestas y el uso de Benedicamus Domino en las misas sin Glorias (este enlace le llevará directamente a esa sección). Como he señalado, casi nadie en la actualidad, incluida la SSPX, sigue todas las rúbricas de 1960 cuando celebra con el misal de 1962, por lo que una «perfecta conformidad con la legislación» no se ha logrado ni se ha logrado nunca, ni habría ninguna razón de peso para intentarlo, especialmente ahora, con la perspectiva de la naturaleza de los cambios y la justificación (por no hablar del personal) que hay detrás de ellos.
Aquellos que objetan que «estamos tomando las cosas en nuestras propias manos y eso no nos hace mejores que los autores de otros abusos litúrgicos» están haciendo un paralelismo falso. Una cosa es reclamar una herencia que ya estaba fijada, especificada, reverente y santa (como la Semana Santa anterior a 1955); y otra muy distinta es desmantelarla, experimentar con ella o someterla a agendas políticas, como ocurre todo el tiempo con la plétora de abusos del Novus Ordo. En general, los argumentos basados en un modelo de «talla única» suelen fracasar. Se podría pensar, en un ámbito diferente, en el argumento de John Courtney Murray y otros de que la Iglesia debe tener una política coherente de libertad religiosa en lugar de pedir libertad de acción cuando sus miembros son minoría, pero ejercer su autoridad sobre la sociedad cuando sus miembros son mayoría. Eso es una tontería. Por supuesto que debe ejercer su autoridad cuando pueda y exigir libertad cuando no pueda. Las religiones falsas serán igualmente incoherentes en la medida en que también crean en afirmaciones de verdad absoluta (pensemos en el islam, que es «pacífico» cuando está en minoría y militante cuando está en mayoría), y deben ser rechazadas en cualquier caso como proveedoras de error y causas de naufragio espiritual.
En la práctica, nunca es demasiado pronto para empezar a pensar en la Semana Santa del año que viene, de modo que puedas tener un calendario para dar los pasos necesarios para celebrar las ceremonias solemnes anteriores a 1955. Por ejemplo, es posible que desees conseguir tu tricereo o triple vela, y asegurarte de que tendrás las casullas y estolas adecuadas. Por suerte, cada vez hay más vídeos de alta calidad de las ceremonias anteriores a 1955 (y se añaden más constantemente, ¡es difícil estar al día!), para que el clero y sus maestros de ceremonias puedan estudiarlos con antelación, lo que suele ser mucho más útil que las sesiones nocturnas con los ojos cansados con manuales de rúbricas. Algunos ejemplos de estos vídeos:
El Instituto de Cristo Rey Sacerdote Soberano ha publicado un vídeo titulado «La Semana Santa anterior a 1955: un tesoro litúrgico, espiritual y cultural». Taylor Marshall y Timothy Flanders debatieron el tema en una larga y amplia conversación aquí, aunque debo señalar que debemos tener cuidado de no exagerar el papel de Bugnini en las reformas de Pacelli; parece, por desgracia, que estas reformas fueron respaldadas por varias personas con ideas afines y que el joven Bugnini en ese momento era más un fanático y un portador de agua para ellos que un siniestro intrigante (véase «Holy Week Reforms Revisited — Some New Materials and Paths for Further Study», de Dom Alcuin Reid, en Liturgy in the Twenty-First Century: Contemporary Issues and Perspectives [Londres/Nueva York: Bloomsbury, 2016], 234-59). Lo cual no quiere decir que no fuera un siniestro intrigante más adelante…
Los lectores también deberían familiarizarse con dos excelentes sitios web que, aunque se superponen en cierta medida, no son redundantes en sus recursos: «Restore the 54» y «Pre-1955 Holy Week Resources».
Al recordar mi vida en el movimiento tradicionalista, me alegra pensar en las acuciantes preguntas que ocupaban a la mayoría de la gente en un momento dado. Allá por la década de 1990, la pregunta era simplemente: «¿Dónde voy a encontrar una misa según el misal de 1962?», ¡cualquier misa, baja, alta, legal, incompleta o lo que sea! Luego, en la década de 2000, se empezó a oír con más frecuencia hablar de misas pontificias aquí y allá, de ordenaciones y otros ritos sacramentales. Después de julio de 2007, el tema dominante se convirtió en el clero diocesano aprendiendo la Misa y hasta retomando el breviario preconciliar. En la última década, me parece que el movimiento se está ampliando para incluir la Semana Santa anterior a 1955 y otras riquezas perdidas bajo Pío XII. Predigo que en los próximos años, la recuperación del «Breviario de las Eras» (una mala traducción de «the Ages», «de siempre»), como lo llama el obispo Athanasius Schneider, será un asunto de creciente importancia.
En cualquier caso, ahora mismo el tema candente ya no es «¿deberíamos celebrar la Semana Santa anterior a 1955?», que es una cuestión obvia para aquellos que se han tomado el tiempo de estudiar la cuestión, sino «¿a qué hora del día deberían celebrarse?».
ARTÍCULO: LA MISA DE SIEMPRE, SU ENCANTO, SU FUTURO
Gracias al buen hacer y la traducción al español realizada por el blog EL BÚHO ESCRUTADOR, publicamos este interesante artículo sobre la Misa tradicional que comienza con un interrogante que asombra a muchos y preocupa a otros: ¿Por qué la misa de siempre atrae a los jóvenes?, para a continuación dar unas respuestas a considerar con respecto a esta realidad eclesial que es la Liturgia tradicional.
Fuente: leconservateur-media.fr
LA MISA EN LATÍN ¿POR QUÉ ATRAE A LOS JÓVENES?
Justo cuando cabría pensar que la misa en latín, la misa de siempre, es cosa perteneciente al pasado, un número creciente de jóvenes católicos está redescubriendo esta antigua forma de culto. Es un fenómeno que ha cobrado impulso en las últimas dos décadas, especialmente después del motu proprio Summorum Pontificum publicado en 2007 por el papa Benedicto XVI, que facilitó el acceso a la misa tridentina. En varios países, sobre todo en Francia, Estados Unidos e Italia, las celebraciones según el rito tridentino atraen más y más fieles, a menudo menores de 35 años. ¿A qué se debe este entusiasmo? ¿Qué es lo que impulsa a estos jóvenes a volverse hacia una liturgia que parecía estar a punto de desaparecer en las mentes de las generaciones baby boomers?
Una necesidad de lo sagrado y de la tradición
En nuestro mundo moderno, marcado por la inmediatez y el cambio perpetuo, la misa en latín se presenta como un ancla espiritual sólida. Muchos jóvenes que buscan profundidad y trascendencia encuentran en esta liturgia una belleza y una solemnidad que a veces faltan en las misas en lengua vernácula. El canto gregoriano, los gestos precisos del sacerdote, el silencio recogido, forman un conjunto que les ofrece una experiencia de lo sagrado que ellos consideran más intensa.
Una respuesta a la falta de referencias
La sociedad contemporánea está en constante cambio y muchos jóvenes experimentan alguna forma de desorientación. Frente a esto, la misa tradicional representa una continuidad, una raíz espiritual que los une a siglos de fe cristiana. Algunos también ven en ello una respuesta al relativismo ambiental: la misa tridentina les parece una expresión clara e inequívoca de la doctrina católica.
Vaticano II, ¿una reforma que atrae menos a los jóvenes?
El Concilio Vaticano II (1962-1965) introdujo reformas para hacer la liturgia más accesible, especialmente mediante el uso de las lenguas vernáculas y una mayor participación de los fieles. Sin embargo, estos cambios ya no atraen tanto a los jóvenes que se vuelven hacia la misa de siempre o hacia una celebración vernácula pero más clásica, con gran respeto por la liturgia. Muchos consideran que la reforma litúrgica ha llevado a una pérdida de sacralidad, con celebraciones a veces percibidas como banales o demasiado cercanas a la cultura moderna, incluso al límite del protestantismo por la influencia ideológica que difunde el ecumenismo. Además, el deseo de adaptación de la Iglesia al mundo contemporáneo, aunque guiada por buenas intenciones –en apariencia–, supone un debilitamiento de la doctrina y de la disciplina porque la Iglesia no tiene por qué volverse hacia el mundo, la Iglesia es atemporal y universal en su fundación, y Cristo sigue siendo exclusivo y no inclusivo. Siempre será el hombre pecador quien deba convertirse, y no la Iglesia la que se convierta a nuestros pecados. En busca de un catolicismo más estructurado y exigente, estos jóvenes prefieren recurrir a una liturgia más auténtica y arraigada en la tradición secular de la Iglesia.
Las comunidades carismáticas: un modelo que atrae menos
Si bien algunos jóvenes católicos se sienten atraídos por el dinamismo de las comunidades carismáticas, una gran parte de ellos permanece distante de este modelo. Le reprochan, en particular, un enfoque demasiado emocional de la fe, centrado en el sentimiento personal más que en el rigor doctrinal y la contemplación. El carácter espontáneo de las celebraciones, con oraciones libres, cantos modernos y manifestaciones exteriores (imposición de manos, glosolalia), contrasta fuertemente con la solemnidad y el recogimiento de la Santa Misa. Muchos jóvenes ven en esto un riesgo de subjetivismo, donde la experiencia individual de Dios tiene prioridad sobre la objetividad de los ritos y del dogma, haciendo frágil su fe y maleable a los movimientos de las modas mundanas, una fe ligada así inconscientemente a los ríos impetuosos del capitalismo y del liberalismo. Además, perciben una influencia protestante en estas prácticas, alejadas del milenario legado litúrgico de la Iglesia Católica. En busca de lo sagrado y de la continuidad con la tradición, prefieren la misa en latín, que les ofrece una conexión más profunda con la fe de los siglos pasados.
Un fenómeno amplificado por las redes sociales
El auge de la misa en latín entre los jóvenes también está vinculado a Internet. En YouTube, Instagram o TikTok, cuentas influyentes difunden vídeos de ceremonias, explicaciones de la liturgia tradicional y testimonios de conversos. Se están formando comunidades en línea que permiten a estos jóvenes compartir su entusiasmo y aprender sobre los lugares donde se celebra la Misa Tridentina.
Un compromiso más profundo
Este regreso al rito tradicional va acompañado a menudo de un mayor compromiso con la fe. Muchos de estos jóvenes participan activamente en las actividades de su parroquia, se interesan por los textos del Magisterio y desarrollan una práctica más asidua de los sacramentos. No se limitan a asistir a Misa: quieren comprender su significado y vivir su catolicismo plenamente y con orgullo.
Un debate dentro de la Iglesia
Sin embargo, esta tendencia también crea tensiones. El Papa Francisco, con su motu proprio Traditionis Custodes (2021), reguló estrictamente la celebración de la Misa en latín, afirmando que no debe ser un instrumento de división en la Iglesia. Los partidarios de esta restricción creen que la Misa Tridentina corre el riesgo de fragmentar la unidad litúrgica y doctrinal, fomentando a veces la oposición al Concilio Vaticano II. Destacan la importancia de la reforma litúrgica para acercar la Iglesia a los fieles y evitar una percepción elitista del culto.
Por el contrario, los defensores de la misa tradicional la ven como una riqueza espiritual que debe ser preservada. Consideran que la diversidad litúrgica siempre ha existido en la historia de la Iglesia y que la prohibición progresiva de la Misa en latín es vista como una exclusión injustificada de quienes encuentran en esta forma una expresión más profunda de su fe. La situación se volvió aún más tensa cuando el Papa Francisco hizo duros comentarios contra los tradicionalistas, a veces acusándolos de rigidez o nostalgia del pasado. Estas declaraciones han reforzado el sentimiento de incomprensión y marginación entre los fieles apegados a la Misa Tridentina. A pesar de estas diferencias, la demanda sigue aumentando fuertemente y algunas parroquias continúan atrayendo a más y más gente, a más y más jóvenes, y ¡todos fervorosos!
Conclusión: ¿Un retorno estable?
Lejos de ser una moda pasajera, el interés de los jóvenes por la misa en latín refleja una profunda aspiración a una espiritualidad exigente y arraigada. En un mundo en búsqueda de sentido, la liturgia tradicional parece ofrecer un refugio y una fuente de estabilidad. Sin embargo, el futuro de este movimiento dependerá de varios factores: la actitud de las autoridades eclesiásticas, la formación de los sacerdotes para celebrar según el rito tridentino, así como la evolución de las mentalidades en el seno de la Iglesia debido a una generación muy ligada al Vaticano II.
Si persisten ciertas restricciones, es posible que este fervor se transforme en un movimiento de resistencia o en un redescubrimiento clandestino de la tradición. Por el contrario, si la Iglesia reconoce y apoya con benevolencia esta petición, la Misa en latín podría recuperar un lugar duradero y oficial en la vida litúrgica de las generaciones más jóvenes. Queda por ver cómo evolucionará esta dinámica en las próximas décadas.