OREMUS

Oremos por el Papa Benedicto XVI que se encuentra gravemente enfermo.

«A la luz de la hora del juicio, la gracia de ser cristiano se vuelve aún más clara para mí. Me otorga conocimiento, y de hecho amistad, con el juez de mi vida, y así me permite pasar confiadamente por la oscura puerta de la muerte». Benedicto XVI (Carta febrero 2022)

SANTA Y FELIZ NATIVIDAD DEL SEÑOR

LA COMUNIDAD DE UNA VOCE SEVILLA Y EL GRUPO JOVEN SURSUM CORDA OS DESEA UNAS SANTAS Y FELICES PASCUAS DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

LOS SACERDOTES DIOCESANOS TRADICIONALES ESTÁN SIENDO ANIQUILADOS POR TRADITIONIS CUSTODES

Traducción publicada por el blog Caminante Wanderer de la interesante Carta nº 906 de Paix Liturgique publicada el 21 de diciembre de 2022

Paix Liturgique: Más de un año y medio después de la publicación del motu proprio Traditionis custodes, ¿puede decirnos en qué medida los tradicionalistas han sido víctimas de esta decisión inicua?

Louis Renaudin: Perdone que contradiga esas ideas preconcebidas, pero no creo que los tradicionalistas hayan sido las verdaderas víctimas de esta decisión inicua. Incluso diría que a los más «duros» no les preocupaba en absoluto.

Paix Liturgique: ¿Puede explicarlo?

Louis Renaudin: El mundo tradicionalista está formado por al menos dos grandes familias: la nebulosa de San Pío X y la que sigue llamándose «Ecclesia dei» por comodidad. Es evidente que la nebulosa de San Pío X no se vio afectada en modo alguno por el motu proprio Traditionis custodes. Dicho esto, en mi opinión la FSSPX perdió la ocasión de demostrar que le interesaba la «unión sagrada» acudiendo generosamente en ayuda de los Ecclesia Dei y de los sacerdotes diocesanos y, en particular, ofreciendo sus servicios para las confirmaciones sin ninguna condición. Observo que TC no ha cuestionado en modo alguno la generosidad que el Papa Benedicto y el Papa Francisco le había concedido a la FSSPX gratuitamente.

Paix Liturgique: ¿cuáles?

Louis Renaudin: En primer lugar, el levantamiento de las excomuniones y, más aún, la concesión del poder de confesar y casar legalmente, lo que no es poca cosa en un momento en que la Iglesia está en crisis. No es poca cosa en un momento en que nuestros obispos dan marcha atrás en estos puntos para las comunidades que dependen de su autoridad.

Paix Liturgique: Entonces, ¿fueron los sacerdotes de las antiguas comunidades «Ecclesia Dei» los que fueron atacados?

Louis Renaudin: En el fondo no lo creo, aunque pudiera haber sido una intención colateral por parte de los agitadores de San Anselmo y del grupo de amigos del Cardenal Roche, Prefecto del Dicasterio del Culto Divino, que, como ahora sabemos, están en el origen de Traditionis custodes.

Paix Liturgique: ¿Pero están realmente amenazados?

Louis Renaudin: Ciertamente, pero en cualquier caso no de forma dramática.

Paix Liturgique: ¿Por qué dice eso?

Louis Renaudin: Observando los hechos. Es cierto que un cierto número de obispos, sobre todo en Francia, han aprovechado la situación para perseguir a la FSSP en varios lugares, para cancelar misas, como en París, y para imponer restricciones en varios lugares. Pero en muchos lugares y en muchos países (Italia en particular), nada ha cambiado. A pesar de los estruendosos anuncios sobre la probable aplicación severa de las decisiones del Motu Proprio, temor legítimo de los seminarios tradicionales por la multiplicación de las visitas canónicas, nada ha sucedido hasta la fecha. Luego, menos de un año después de su publicación, el Papa concede un decreto que se aleja mucho del texto anterior.

Paix Liturgique: Pero este decreto sólo concierne a la Fraternidad de San Pedro…

Louis Renaudin: Y sólo el culto celebrado en sus propias casas… Seamos serios. En Roma, este decreto, al que se añaden diversos signos parecidos, es entendida como una “marcha atrás» de TC en relación a todas las comunidades Ecclesia Dei.

Paix Liturgique: ¿Tiene alguna prueba de ello?

Louis Renaudin: De hecho, por el momento, no se ha tomado ninguna medida contra los institutos Ecclesia Dei como tales, aun cuando en Chicago se «prohibió» el ICRSP, o en Grenoble se hizo lo mismo con la FSSP.

Paix Liturgique: Pero entonces, ¿fue sólo contra los laicos que se llevó a cabo esta operación?

Louis Renaudin: No lo creo… porque ya sabe, los laicos hacen lo que quieren. Cuando se les «prohíbe asistir a misa», pueden ir a otra parte: a San Pío X, a las capillas de la “resistencia” e incluso a otro lugar cuando sea necesario.

Paix Liturgique: Pero entonces, ¿contra quién fue promulgado este motu proprio?

Louis Renaudin: Hay que tener en cuenta varias cosas, la última de las cuales es la más importante:

1°. El modo de gobierno de la Iglesia es relativamente caótico, pero es un caos querido como método de gobierno. Se toma una decisión en una dirección, luego se contradice a medias, y así sucesivamente. Puedo decirle que los obispos franceses, algunos de los cuales acogieron al TC con indisimulada alegría, están hoy consternados cuando reciben un mensaje del cardenal Parolin, Secretario de Estado, para que «pisen el freno».

2°. Además, como decía, las mentes duras y pequeñas de San Anselmo y del Dicasterio del Culto Divino pensaron que había llegado su hora y gritaron victoria un poco más de la cuenta, lo que desagrada mucho al Papa Francisco, a quien le gusta desconcertar a sus mejores partidarios para dejar claro que es él y sólo él quien gobierna. No en vano lanzó el mensaje de que alguien había intentado manipular el documento. Pero cuidado, tampoco debemos cantar victoria en nuestro bando, porque podríamos llevarnos una decepción.

3°. Pero, fundamentalmente, los más afectados son los diocesanos, los obispos conservadores (sobre todo los de Estados Unidos), los sacerdotes diocesanos y los religiosos los que se habían aficionado cada vez más a la liturgia tradicional. El Papa no está realmente interesado en la liturgia, pero no fue difícil convencerle de que el espíritu del Concilio estaba en peligro entre los sacerdotes.

Paix Liturgique: Pero esto es ridículo. No hay muchos sacerdotes diocesanos afectados por la liturgia tradicional.

Louis Renaudin: Cometería entonces un gran error de apreciación porque si antes de Summorum Pontificum los “sacerdotes diocesanos y ordinarios» que celebraban la liturgia tradicional eran pocos, la promulgación de SP rompió en cierto modo los diques. No olvidemos que en diez años (2007/2017) el número de misas dominicales tradicionales se ha duplicado en todo el mundo, en gran parte gracias a los sacerdotes diocesanos: en las encuestas sobre la situación de la liturgia tradicional en el mundo que Paix Liturgique publicó en 2017/2018 y 2019, quedaba muy claro que el mayor número de sacerdotes que celebraban la liturgia tradicional eran diocesanos y esto no era más que el principio.

Paix Liturgique: ¿El principio de qué?

Louis Renaudin: De un «terrible» contagio litúrgico. Estoy convencido de que, al ritmo que habían ido las cosas desde 2007, y a pesar de la obstinada resistencia de los obispos, el clero diocesano se estaba volviendo irreversiblemente y en gran número a la liturgia tradicional, así como al catecismo tradicional. Este era el riesgo al que se enfrentaban los enemigos de la Paz y la Fe.

Paix Liturgique: Según usted, ¿fue contra este contagio que se publicó el MP Traditionis custodes?

Louis Renaudin: Repito que las cosas son complejas: decir que se quiere prohibir la misa tradicional a los sacerdotes diocesanos implica en los hechos que se la quiere reservar para los guetos, fuera de las diócesis, en los márgenes. El problema es que los guetos crecen, ya que los seminarios tradicionales han experimentado todos un claro crecimiento desde TC, mientras que los seminarios diocesanos siguen cayendo en picada. Sí, afirmo que los sacerdotes diocesanos, por su parte, son las verdaderas víctimas de esta decisión inicua desde hace año y medio. Hay que decirlo y no abandonarlos: ¡hay que ayudarlos con todas nuestras fuerzas!

Paix Liturgique: ¿Puede darme un ejemplo?

Louis Renaudin: Basta con releer TC, donde está claramente escrito que los sacerdotes diocesanos que deseen celebrar según el Usus antiquior deben pedir permiso a sus obispos, que a su vez deben obtener el acuerdo de Roma. Ahora bien, todas las peticiones -digo todas- que se han hecho, en cualquier caso de acuerdo con este proceso han recibido una respuesta negativa, y ello por orden superior. Esto confirma mi convicción de que el motu Proprio Traditionis custodes tenía como primer objetivo frenar el tsunami tradicionalista, que iba a conmocionar irremediablemente al clero católico en plena crisis de fe. No cabe duda de que en un principio se pretendía esterilizar el mundo tradicional si eso era posible. Pero se subestimó claramente la capacidad de resistencia de este mundo. Nada ha podido romperlo ni frenarlo durante medio siglo.

Paix Liturgique: ¿Cuál es su conclusión?

Louis Renaudin: Atacar a los sacerdotes diocesanos es intentar asestar un golpe mortal al indispensable renacimiento de la Iglesia católica. Porque, como ves, son los sacerdotes diocesanos los que, con su acción en favor del catecismo y de la liturgia, podrán trabajar a nivel universal por esta restauración. Los demás sólo son espuelas, indispensables por cierto, pero espuelas temporales. Por tanto, debemos rezar para que el cielo ayude a todos nuestros amigos sacerdotes que, en las diócesis, serán la levadura de la renovación de la Iglesia mañana y en el futuro.

TEXTO DE LA CONFERENCIA «LA MISA TRADICIONAL: EL TESORO REDESCUBIERTO» DEL VATICANISTA ALDO MARIA VALLI

Esta interesante conferencia, traducida al español y publicada por el blog Caminante Wanderer, fue pronunciada en el Encuentro Pax Liturgica el viernes 28 de octubre de 2022, al comienzo de la peregrinación internacional a Roma Populus Summorum Pontificum por el conocido periodista de la RAI y vaticanista Aldo Maria Valli, autor del blog Duc in altum.

A continuación, el texto de la conferencia:

«Quisiera hablarles de la misa antigua –aunque tal vez sería mejor llamarla la Misa de todos los Tiempos–, como un tesoro redescubierto. Una perla preciosa, un tesoro invaluable escondido durante mucho tiempo de generaciones de católicos, incluido yo mismo, pero finalmente redescubierto, por la gracia divina y el compromiso de tantos valientes creyentes.

    Creíamos, porque así nos lo dijeron, que la misa «nueva» era sólo una traducción de la «antigua», para hacerla comprensible. Descubrimos que la misa de san Pío V, la misa de todos los papas hasta Pablo VI, no necesitaba traducción alguna, porque con sus gestos, sus signos, sus textos sublimes, sus silencios, iba directo al corazón. No había necesidad de explicarla. Como la zarza ardiente, como las lenguas de fuego sobre los apóstoles en Pentecostés, es un signo claro del Misterio que nos habla. Misterio de luz y redención.

    También descubrimos que la misa «nueva», la misa de Pablo VI, tiene poco que decir, aunque lo diga en lengua vernácula. Porque no es un asunto de palabras, sino de Fe. Para muchos de nosotros fue un descubrimiento doloroso y nos preguntamos por qué nadie nunca, y durante tanto tiempo, nos habló de este tesoro escondido.

    La misa Vetus Ordo  fue llamada «forma extraordinaria» con la intención de resaltar su marginalidad. Sin embargo, la fórmula, paradójicamente, es adecuada, porque esta misa es realmente extraordinaria no solo en la forma, sino también en el fondo. En su fidelidad a la doctrina y a la liturgia, es extraordinariamente bella, rica en significado, incluso conmovedora. Mientras que la otra es tan «ordinaria» como puede ser algo de uso común, a lo que, después de todo, uno no le da demasiada importancia ni le da un gran valor.

    Este tesoro escondido, oculto a la mayoría, lo encontramos hoy confinado en iglesias casi desconocidas y a veces guardado en secreto, como si asistir a tal rito fuese peligroso, como si casi nos debiera dar vergüenza. Sin embargo, a pesar del estigma religioso y social que pesa sobre la misa de nuestros padres, de nuestros ancestros, desde hace cincuenta años, cada vez son más las personas que se acercan a ella y dicen que, una vez redescubierta, es un tesoro que no quieren dejar nunca más. Lo dicen con el asombro incrédulo de los pequeños, no con la prosopopeya de los «expertos». Y derivan de ella serenidad, alegría, un sentido de plenitud, un auténtico crecimiento de la fe: todo lo contrario –lo digo con mucho pesar– de lo que se deriva de la misa «nueva», de la que a menudo se sale triste y azorado, conturbado.

    En la misa Vetus Ordo, la Misa de todos los Tiempos, todo es sagrado, todo habla de Dios, todo se vuelve a Dios y vuelve poderosamente de Dios. Todo es extraordinario porque el sacrificio eucarístico no es ni puede ser algo ordinario. Porque se entra en una dimensión diferente, más alta, más solemne. Porque se entra en un espacio y un tiempo que no es ni puede ser un día entresemana, el espacio y el tiempo cotidianos. Porque ante el sacrificio eucarístico es espontáneo arrodillarse y dejar hablar al Misterio mismo. Queda excluido todo protagonismo humano, protagonismo que es más bien característico de la misa «nueva», destinada a celebrar al hombre, no a dar gloria a Dios.

    Quiero señalar que, habiendo nacido en 1958, crecí en la Iglesia posconciliar y durante muchos años no supe nada de la misa anterior. Recuerdo vagamente al sacerdote de cara al tabernáculo, de espaldas a los fieles, y luego, en el momento del sermón, lo recuerdo allí, en lo alto del elevado púlpito (que ya no se usa). Pero estos son, en verdad, recuerdos muy vagos, porque yo era un niño de pocos años.

    Sin embargo, el Señor fue bueno y me permitió encontrar buenos sacerdotes, como el coadjutor del oratorio al que asistía de niño. Digo esto para enfatizar que mis comentarios no están motivados por un sentido de venganza o controversia. Al contrario, agradezco al Señor por todo lo que me ha dado y por dejarme crecer en la Iglesia (en mi caso ambrosiana). Sin embargo, no tengo dificultad en decir que desde que la Divina Providencia me hizo descubrir la misa antigua, se me ha abierto un mundo maravilloso de gracia divina.

    En mi blog Duc in altum he recogido numerosos testimonios de personas que han descubierto la misa antigua después de años y años de no saber nada de ella o de haber oído hablar de ella vagamente. Por caminos misteriosos e impredecibles, la Providencia, tal como me sucedió a mí, llevó a estas personas a una iglesia, les presentó a un amigo o a un sacerdote, y he aquí el milagro del redescubrimiento. Se trata de personas de todas las edades y estratos sociales. Diferentes niveles educativos, diferentes caminos en la vida. Hay hombres y mujeres, personas que han crecido en la fe y otras que se han convertido precisamente por el descubrimiento de este tesoro escondido. Un estribillo común es: «Es como volver a casa». Porque aquí está la verdadera acogida, no la de aquellos que hacen de la acogida una ideología.

    Esa expresión, «volver a casa», la usan sobre todo los conversos que me escriben para contarme sus historias. Nunca he oído a un converso decir que él o ella han sido llevados a la Iglesia Católica por un buen programa pastoral diocesano o como resultado de cierto sínodo de obispos o en virtud de un discurso sobre el diálogo o la colegialidad. Uno regresa o aterriza en la Iglesia Católica porque está buscando la Belleza y la Verdad. Porque está buscando a Dios, o quizás porque Dios te pilló por sorpresa cuando menos lo esperas. Y es precisamente en la Misa de todos los Tiempos donde estas personas se sienten verdaderamente acogidas.

    Para aquellos que argumentan que Dios se puede encontrar en todas partes y, por lo tanto, después de todo, la liturgia no es tan importante, los conversos tienen las respuestas más efectivas. Se podrían ofrecer muchas citas de, por ejemplo, Newman o Chesterton. Pero aquí me gustaría recordar la frase de un converso menos conocido, Thomas Howard, quien escribió: «Es en el mundo físico donde nos encontramos con lo intangible». Creo que aquí el escritor estadounidense capta el significado de dos mil años de liturgia. Precisamente lo que no entienden, o no quieren entender, los promotores de novedades es que, por su descuido de la liturgia, caen fácilmente en un espiritualismo que no tiene nada de cristiano ni, en particular, de católico.

    Antes de la conversión, Howard explica: «Yo creía que la verdad cristiana debía guardarse de manera incorpórea. Era para mi corazón, no para mis ojos». Pero somos cuerpo y alma. Como dice el adagio popular italiano, anche l’occhio vuole la sua parte. Los espiritualistas, despreciando la materia y la corporeidad, no quieren un hombre más puro, más cercano a Dios porque estaría casi desencarnado: quieren inventar un «hombre interior» a su imagen y semejanza.

    Entre los muchos testimonios que he recibido sobre el descubrimiento de la Misa de todos los Tiempos hay numerosos de jóvenes. Dicen que el descubrimiento de este tesoro escondido se produjo unas veces en virtud de una llamada indistinta, otras veces por una sensación de insatisfacción e insuficiencia. Llega un día en que uno entra en una iglesia y se encuentra con la sorpresa: un ritual desconocido y aparentemente incomprensible, pero que es precisamente la respuesta que uno estaba buscando. Algo que da alivio y guía espiritual, algo que te hace crecer en la fe. Como me dijo una vez una joven, incluso aquellos que normalmente luchan por concentrarse y rezar en la misa, cuando descubren la misa antigua, quedan atrapados en lo sagrado y el tiempo cesa de existir. Sólo hay adoración, oración, acción de gracias. Y no hay ninguna necesidad de que alguien te cuente lo que está pasando.

    Incluso los detalles aparentemente externos importan. Las vestimentas litúrgicas (nada de sacerdotes ni diáconos con zapatillas deportivas), los himnos cuidadosamente elaborados tan diferentes de la música cotidiana, las mujeres con velo, los fieles de rodillas. «Me sentí feliz», me dijo esa joven. “Los himnos, aunque no entendía su significado, se elevaban con tanta gracia hacia el cielo que estaba segura de que mis oraciones subían con ellos. Y el sermón, aunque me llegó como una bofetada, me dio un gran alivio. «

    Y esto es lo que dice Anna: «Cuando asistí por primera vez a la misa Vetus Ordo, sentí como si me surgiera una nostalgia. Pero no de algo que ya había visto, porque nunca había asistido a este tipo de misa. La nostalgia que sentí vino desde muy adentro, fue como el surgimiento de algo que había estado dentro de mí todo el tiempo. El rito de la misa antigua llega más al corazón que el de la misa reformada. Me duele decirlo, pero este último se siente vacío. No digo que esté vacío, digo que me transmite ese sentimiento. Inmediatamente se lo comenté a varios amigos y los llevé a la misa antigua para que ellos también probaran. Algunos de ellos, no creyentes, quedaron muy impresionados. y me dijeron que sintieron una presencia…»

    Y Andrea: «Fue mi hijo, hasta entonces no tan religioso, quien me llamó el 8 de diciembre hace seis años y me dijo: ‘¡Papá, fui testigo de algo hermoso!’ Era la misa en el rito antiguo, la misa cantada para la fiesta de la Inmaculada Concepción. Entonces comenzamos a asistir juntos a la misa Vetus Ordo y ahora ya no voy al Novus Ordo, que se ha vuelto, especialmente después de las payasadas introducidas por la Covid, realmente indigerible».

    Y Piero: «Cuando puedo, viajo ochenta kilómetros de ida y otros tantos de regreso y asisto a la santa misa tradicional. Algo misterioso me envuelve y entro ‘en la nube’. Soy hijo de una cultura racional y no soy sentimentalista. He comenzado a estudiar las diferencias sustanciales entre el ritual de todos los tiempos, de mis antepasados, y el del llamado Novus Ordo, y ahora comprendo, en parte, por qué, cuando participo en este último, me quedo casi indiferente y muchas veces tenso. Por otro lado, no entiendo cómo puede ser que tantos sacerdotes y, peor aún, obispos, no perciban esto”.

    Un último testimonio: «¡La misa tradicional! ¡Qué regalo tan maravilloso! Las diferencias que vi entre la misa tridentina y la misa posconciliar a la que estaba (cansadamente) acostumbrado fueron, desde el principio, implacables: por un lado, la solemnidad de una celebración en la que el centro es el sacrificio eucarístico y cada gesto del alter Christus, cada palabra y cada canción son perfeccionadas por la Fe. Por otro lado, la misa moderna, en la que el centro ya no es el Sacrificio sino la aburrida homilía del ‘presidente de la asamblea’, en el que hay cantos que no elevan, sino que distraen y entretienen, un altar que ya no parece ser tal, sino que se ha convertido en una ‘mesa’, y la comunión se recibe de pie y en la mano, sin respeto ni devoción. Entonces piensas: ‘Pero ¿dónde he vivido hasta ahora? ¿De qué me he perdido? En estos tres años he visto por lo menos duplicar el número de personas que asisten a la misa tradicional, y no me sorprende. Hay también mucha gente joven, y en el presbiterio, con el sacerdote celebrante, de cuatro a siete monaguillos, y sabemos que acolitar en la misa antigua no es nada fácil”.

    Con testimonios como esos podría seguir y seguir. Todos son así, llenos de asombro y gratitud, pero también de un profundo pesar por el tiempo transcurrido antes de redescubrir el tesoro. Llama la atención que, si bien provienen de fieles ordinarios, muchas veces carentes de una preparación específica en los campos teológico, doctrinal y litúrgico, estas reflexiones están en profunda sintonía con las constataciones que, desde el principio, en 1969 –el mismo año en que la promulgación del nuevo misal– fueron hechas con autoridad por quienes denunciaron el proceso de protestantización implementado con la reforma litúrgica y dieron la voz de alarma sobre el desastre inminente.

    También informo que recibo muchas solicitudes de personas que preguntan dónde pueden recibir la comunión en la lengua y se quejan de que en sus parroquias a menudo se les niega (un patente abuso de la ley litúrgica vigente). Recuerdo una carta de una señora que, habiendo pedido al sacerdote recibir la comunión en la lengua, no sólo se la negó, sino que le dijo: «¿Qué les pasa a ustedes los tradicionalistas? ¿Por qué están tan obsesionados?» Palabras que hablan por sí solas y que explican muchas cosas, sobre todo en cuanto a la formación que reciben los sacerdotes.

    Ahora la pregunta es: ¿Por qué golpear, marginar y tratar de eliminar la Misa de todos los Tiempos si, aunque tan perseguida, sigue dando tan bellos y copiosos frutos de fe? ¿Por qué esta misa nos ha sido arrebatada autoritariamente?

    Las respuestas pueden ser muchas. Me viene a la mente, en primer lugar, lo que el diablo Escrutopo le escribe a Orugario: «Uno de nuestros grandes aliados en la actualidad es la Iglesia misma» (CS Lewis, Las cartas del diablo a su sobrino). Pero tal vez la Misa Eterna ha sido objetivo de eliminación porque, si los líderes de la iglesia simplemente hubieran colocado la misa reformada junto a ella, ciertamente esta última atraería gradualmente a menos y menos. La Misa Apostólica Eterna es tan profunda y auténticamente católica que inevitablemente expone las falsificaciones implementadas por aquellos que dicen ser católicos, pero no lo son.

    En la Misa de todos los Tiempos no hay necesidad de invitar a la actuosa participatio y no hay nada que «animar» (cuando escucho hablar de «animación» de la misa, sonrío con amargura). En la Misa de todos los Tiempos sólo hay que arrodillarse ante el mysterium tremendum. Pero para arrodillarse, para reconocerse pecadores ante Dios, es necesario ser humildes, despojándose del orgullo, del protagonismo y de la vanidad que lleva a lucirse, protagonismo que en cambio domina indiscutiblemente en el campo modernista, marcado por la pretensión de «hacer» la Iglesia.

    Por eso, una vez que has redescubierto la Misa de todos los Tiempos, la misa «nueva» te causa malestar: estás en presencia de una distorsión, de una caricatura. Sientes que no tienes nada que ver con ese sentimentalismo vacío, ese rito que a menudo parece tener lugar para dar gloria no a Dios sino, bajo la apariencia de Dios, al hombre.

    Ahora bien, puesto que el tesoro que hemos redescubierto, a pesar de todos los esfuerzos de quienes hubieran querido y aún quieren mantenerlo escondido, es patrimonio de la Iglesia, de los fieles y de toda la humanidad sedienta de verdad, de caridad y de trascendencia, debemos ser conscientes de que tenemos derecho a una restitutio in integrum. No nos cansemos de señalar la iniquidad del abuso, aunque el abuso provenga de la más alta autoridad.

    Quiero citar algunos pasajes de la carta que los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci escribieron a Pablo VI para presentar su famoso Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae. Los dos cardenales escribieron que el Novus Ordo “se aleja de modo impresionante, tanto en conjunto como en detalle, de la teología católica de la santa misa tal como fue formulada por la XXII sesión del Concilio de Trento que, al fijar definitivamente los ‘cánones’ del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera atentar a la integridad del Misterio”.

    Luego precisaron: “Las razones pastorales atribuidas para justificar una ruptura tan grave, aunque pudieran tener valor ante las razones doctrinales, no parecen suficientes. En el nuevo Ordo Missae aparecen tantas novedades y, a su vez, tantas cosas eternas se ven relegadas a un lugar inferior o distinto –si es que siguen ocupando alguno– que podría reforzarse o cambiarse en certeza la duda que por desgracia se insinúa en muchos ámbitos según el cual las verdades que siempre ha creído el pueblo cristiano podrían cambiar o silenciarse sin que esto suponga infidelidad al depósito sagrado de la doctrina, al cual está vinculado para siempre la fe católica”.

    “Las recientes reformas”, prosiguieron los dos cardenales, “han demostrado suficientemente que los nuevos cambios en la liturgia no podrán realizarse sin desembocar en un completo desconcierto de los fieles, que ya manifiestan que les resultan insoportables y que disminuyen incontestablemente su fe. En la mejor parte del clero esto se manifiesta por una crisis de conciencia torturante, de la que tenemos testimonios innumerables y diarios”.

    Por último, un énfasis que nos atañe de cerca: “Los súbditos, para cuyo bien se hace la ley, siempre tienen derecho y, más que derecho, deber –en el caso en que la ley se revele nociva– de pedir con filial confianza su abrogación al legislador. Por ese motivo suplicamos instantemente a Su Santidad que no permita, –en un momento en que la pureza de la fe y la unidad de la Iglesia sufren tan crueles laceraciones y peligros cada vez mayores, que encuentran cada día un eco afligido en las palabras del Padre común–, que no se nos suprima la posibilidad de seguir recurriendo al íntegro y fecundo misal romano de san Pío V, tan alabado por Su Santidad y tan profundamente venerado y amado por el mundo católico entero”.

    ¡Recordemos que Deus non irridetur [Dios no será burlado]! La terrible advertencia de san Pablo es clara. Y también se refiere a la liturgia. A los que todavía afirman que “no se puede entender el latín”, les respondo que hay muchas ayudas y, en todo caso, la idea de que hay que ir a misa para “entender” es fruto de un racionalismo que, una vez penetrado en la Iglesia, impide ser transportado al misterio eucarístico y dar gloria al Padre.

    El autor italiano Giovannino Guareschi, célebre por su personaje Don Camilo, escribió páginas inolvidables en defensa de la misa tradicional, y lo hizo con mordaz humor contra los “renovadores”, aquellos que, como decía Ottaviani, están enfermos de “comezón de cambios”. “El latín”, escribió Guareschi, entre otras cosas, “es una lengua precisa, esencial. Será abandonada no porque sea inadecuada a las nuevas exigencias del progreso, sino porque los hombres nuevos ya no serán adecuados a ella. Cuando la era de los demagogos, de los charlatanes, comience, un idioma como el latín ya cumplirá un propósito, y cualquier patán podrá impunemente hacer un discurso público y hablar de tal manera que no sea expulsado de la plataforma. Y el secreto consistirá en que él, aprovechando una fraseología tosca, esquiva y con un ‘sonido’ agradable, podrá hablar durante una hora sin decir nada. Lo que es imposible con el latín.”

    En la misma línea, el cardenal Ottaviani explicó que el latín “por su estructura, por su intacta y genuina capacidad de síntesis, por su fijeza, es decir, por su continuidad incorrupta, por su valor expresivo, es el más adecuado para preservar el sentido genuino de cualquier doctrina”. ya que desconoce “el fenómeno de la continua transformación de las lenguas vernáculas por el paso de los siglos”. 

    Agregaría que el latín es el sello de la Tradición y universalidad de la Iglesia, mientras que con la lengua vernácula se ha abierto el camino a los abusos y particularismos de quienes consideran a la Iglesia como un organismo humano, siempre necesitado de adaptación.

    Todos aquellos que continúan tomando partido contra el antiguo ordo Missae e inventando formas cada vez más viciosas de combatirlo, deberían hacerse una simple pregunta: ¿Por qué, a pesar de todo, no ha desaparecido? ¿Por qué hay sacerdotes y fieles que se mantienen apegados a él y lo defienden enérgicamente? Y luego otra pregunta: ¿Por qué, a pesar de la reforma litúrgica, la Iglesia está perdiendo fieles y vocaciones? ¿Y por qué, por el contrario, la misa antigua, en contraste con las inmisericordes estadísticas, atrae cada vez a más personas?

    Desgraciadamente, son cuestiones que no son tomadas en consideración por quienes tienen una visión ideológica de la realidad y también de la Iglesia. 

    Estas son mis pobres reflexiones como católico posconciliar que por la gracia de Dios ha redescubierto el gran tesoro escondido. Por este regalo, Deo gratias! Y para los modernistas, nuestra oración: “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen. Si lo saben, perdónalos de todos modos. Y haz que dejen de estorbarnos”.

Traducción de Agustín  Silva Lozina

NUEVA SEDE SOCIAL DE UNA VOCE SEVILLA

XV ANIVERSARIO DE LA PRIMERA MISA TRADICIONAL EN SEVILLA SUMMORUM PONTIFICUM

El pasado 16 de septiembre, se cumplió el XV aniversario del inicio de la Misa tradicional en Sevilla promovida por Una Voce Sevilla gracias al motu proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI.

A continuación, un enlace a la noticia, que publicó un diario de nuestra ciudad: http://www.unavocesevilla.com/wp-content/uploads/2016/04/SEVILLA-RECUPERA-EN-SAN-BERNARDO-LA-CELEBRACION-DE-LA-MISA-EN-LATIN.ABC-Sevilla-Sep07.pdf

¡DEO GRÁTIAS!

Parroquia de San Bernardo (Sevilla)