X ANIVERSARIO SUMMORUM PONTIFICUM (2007-2017): EL RESURGIMIENTO DE LA MISA TRADICIONAL

En el día en que se cumple el X aniversario de la promulgación del motu proprio Summorum Pontificum por S.S. Benedicto XVI, mediante el cual el Vicario de Cristo normalizaba el uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970, y en concreto la celebración de la Santa Misa según el Rito Romano tradicional, la Asociación Una Voce Sevilla quiere ofrecer a sus lectores y amigos, como conmemoración y resumen de lo que ha significado para la Iglesia católica una década de vigencia Summorum Pontificum, unas palabras proféticas del poeta y ensayista italiano Tito Casini (1897-1987), publicadas en un artículo de 1976, que traducimos a continuación al español, y que podemos titular como: «Oda al resurgimiento de la Misa tradicional«:

 

«Resurgirá, sin duda alguna, […] la Misa resurgirá, como les digo a tantos que vienen a mí para lamentarse (y lo hacen, a veces, llorando). A quien me pregunta cómo puedo estar tan seguro de ello, le contesto (como poeta, si les parece) llevándolo a mi balcón y mostrándole el sol … Pronto anochecerá, y allí, en la iglesia de Santo Domingo [en Fiesole], los frailes cantarán vísperas: Iam sol recedit igneus. Pero, en pocas horas, esos mismos dominicos amigos míos cantarán prima: Iam lucis orto sidere, y así todos los días.

 

El sol, en efecto, se levantará nuevamente, volverá a resplandecer después de la noche para alegrar la tierra desde el cielo, porque … porque es el sol, y Dios lo dispuso así para nuestra vida y consuelo. Por lo tanto, añado que es y será igual con la Misa. La Misa que es nuestra, católica, de todos los tiempos y todos los pueblos: nuestro sol espiritual, tan hermoso, tan santo y tan santificante. La visión espeluznante de los murciélagos, salidos ​​[de sus escondrijos] con la Reforma, [que creen] que su hora, la hora de las tinieblas, no terminará.

 

Recuerdo también que en este amplio balcón de mi casa estuvimos varios, hace algunos años, contemplando un eclipse total de sol. Recuerdo, y casi lo siento de nuevo, la sensación de frialdad, de tristeza y casi de desilusión al mirar, al sentir que el aire se oscurecía y helaba poco a poco. Recuerdo la ciudad en silencio, mientras las golondrinas … mientras los pájaros desaparecían, asustados, y los repugnantes quirópteros aparecían volando en el cielo.

 

Al que dijo, cuando el sol se hubo cubierto del todo: ¿Y si ya no se volviera a ver más?, pensamiento al que nadie respondió, casi como si no se hubieran dado cuenta de la intención jocosa con que lo dijo … El sol se vuelve a ver. De hecho, el sol se levanta de nuevo tras una breve noche, tan radiante como antes y, al parecer, aún más, mientras el aire se vuelve a poblar de golondrinas y los murciélagos regresan a sus guaridas.

 

Como antes, luminosa y bella, y sin embargo siendo la misma, el sol se ve mayor de lo que era, como en la ley leopardiana del placer como fruto del abandono, o en la parábola evangélica de la dracma perdida y encontrada.

 

Como antes, pero con más grandeza que antes: así será con la Misa, así será la Misa ante nuestros ojos, culpables de no haberla estimado dignamente antes del eclipse. Ante nuestros corazones culpables de no haberla amado lo suficiente«.

 

Fuente: Rorate Caeli

 

 

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