Entradas

ARTÍCULO RECOMENDADO: «LA LITURGIA TRADICIONAL, NORMA DE ORACIÓN, BELLEZA Y RESPETO»

Peter Kwasniewski, nacido en 1971, es una de las figuras más destacadas del catolicismo tradicional norteamericano, sumamente vigoroso y rico en vocaciones, hoy a la vanguardia del renacimiento católico. Músico de vocación, Peter Kwasniewski ha recibido además una excelente formación en filosofía (su tesis doctoral versó sobre «El éxtasis de amor en Tomás de Aquino»), y numerosos artículos suyos sobre la liturgia tradicional han sido publicados anteriormente en esta web.

En esta ocasión, traemos a nuestros queridos lectores una interesantísima entrevista realizada recientemente al profesor Kwasniewski por el blog tradicional Paix Liturgique, de la que destacamos el mensaje que envía a las jóvenes familias católicas.

Dr. Peter Kwasnieski

Paix liturgique – Muchos católicos ni siquiera quieren conocer la liturgia tradicional porque la consideran una cosa del pasado. ¿Usted piensa que es algo del pasado, o del presente o, tal vez, del futuro?

Peter Kwasniewski – Me parece que es un problema básico pensar la liturgia como algo exclusivamente del pasado, del presente o del futuro; por el contrario, los católicos siempre han estimado que la liturgia participaba del eterno presente de Dios, porque en la liturgia encontramos los misterios de Jesucristo, que es el eterno Sumo Sacerdote, que vive y actúa en la Iglesia en cada momento. De modo que la liturgia está siempre en el momento presente. Aunque es evidente que nos ha sido dada por Nuestro Señor en la Última Cena: es la ratificación de la Nueva Alianza, es su Sangre en la Cruz. Así, la liturgia se orienta siempre hacia el pasado, necesariamente hacia el pasado, pero también considera el futuro, la segunda venida de Cristo, la escatología de la Jerusalén celestial. En realidad, la liturgia es intemporal en todo tiempo. Una parte del problema de las revisiones litúrgicas postconciliares es, precisamente, que han intentado vincular la liturgia a una época particular, a saber, la época del hombre moderno y la modernidad, cualesquiera sean las características de esta modernidad. Por ello, ha habido un antagonismo entre la liturgia del pasado y la liturgia del presente, pero este antagonismo es totalmente ajeno a la manera católica de considerar la liturgia.

Paix liturgique – Usted ha escrito mucho sobre la trascendencia en la liturgia tradicional. ¿Cómo responde esta trascendencia de modo adecuado a las expectativas del hombre moderno, tan ocupado con las redes sociales y sin tiempo suficiente para experimentar el silencio?

Peter Kwasniewski – Me atrevería a utilizar esta metáfora: la liturgia tradicional es el alimento nutritivo, rico en vitaminas, que tanto falta al hombre moderno. Usted ha mencionado el activismo atareado: en la época moderna, hay una clara tendencia a la inmanencia; la gente está inmersa en sus actividades cotidianas y cautiva de esta trampa; casi prisionera del mundo contemporáneo. En cambio, la liturgia es una pasarela, una puerta hacia otro reino. Un reino que no aprisiona, sino que libera. Creo que la liturgia tradicional aporta un encuentro con una verdad eterna y realidades eternas que pueden salvar al hombre moderno de esta trampa, de esta prisión. Otra cosa que ha sido señalada por muchos es que la misma naturaleza de los seres humanos es extática, es decir, que quieren salir de sí mismos, quieren darse a una causa, entregarse por amor a otra persona. Hasta llegan a entregarse a una ideología. Pero existen muchos falsos éxtasis para el hombre moderno. Por ejemplo, las drogas, que, evidentemente, son uno de los grandes medios con los cuales las personas intentan evadirse, aunque sea un falso escape, dado que sólo se trata de una ilusión temporaria de liberación. Joseph Ratzinger ha hablado de esto en varias ocasiones. También los conciertos de rock, con todo tipo de experiencias pseudolitúrgicas, pseudomísticas. Y bien, a través de todo esto, la gente está en búsqueda de lo que la Iglesia siempre ha ofrecido, es decir, una verdadera experiencia mística, una verdadera comunicación de trascendencia, un verdadero éxtasis, y por eso es más urgente que nunca volver a ello.

Paix liturgiquePaix liturgique ha efectuado varias encuestas de opinión en el mundo que revelan que más del 30 % de los católicos que van a misa todos los domingos quisieran vivir su fe siguiendo el ritmo de la liturgia tradicional. ¿Esto lo sorprende? ¿Cree que los obispos diocesanos tendrían que asombrarse de esto?

Peter Kwasniewski – El 30 % me asombra… porque pienso que sería aún más si los católicos supieran lo que es la liturgia tradicional. Muchos todavía no la conocen, y en mis viajes y charlas tengo oportunidad de encontrarlos. Hay católicos que, hoy, se enteran de que existe otra liturgia distinta del Novus Ordo promulgado por Pablo VI. Y puedo entender por qué: Cincuenta años después de la propagación del Novus Ordo, la gran mayoría de los católicos no ha visto otra cosa. Por otro lado, los mismos obispos subestiman constantemente la cantidad de católicos atraídos por la tradición en todas sus manifestaciones. Quieren creer que se trata de una ínfima minoría de católicos que tienen una especie de fascinación estética o, tal vez, ganas de algo fuera de lo habitual o extravagante, como una suerte de excentricidad. Ahora bien, la gente ya no está en los paradigmas de los años 1960 y 70, donde pareciera que aún siguen atrapados los obispos. Algo que podría señalar sobre los viejos paradigmas es que la reforma litúrgica se basaba en un principio fundamental, esto es, que la única forma de acceder a la liturgia o de participar en la liturgia es a través de la comprensión verbal racional: es su principio fundamental. En consecuencia, si uno quiere que las personas comprendan todo lo que pasa durante la misa –se pensaba– hay que simplificarla, abreviarla, expresarla en lenguaje corriente, en voz alta, en voz alta en su totalidad. Todo esto al servicio de la comunicación de un contenido conceptual racional dirigido a las personas que están en los bancos de las iglesias. De hecho, es el principio que está en la base de las reformas. Pero los jóvenes de hoy, en el caso de que crean o busquen a Dios, no buscan inicialmente un contenido conceptual racional. Tal vez estudien teología más adelante, pero lo que buscan ahora es el sentimiento de que hay algo más vivo en el mundo que aquello que vemos, que vemos en los medios de comunicación, que hay algo más allá de nuestra experiencia cotidiana. Quieren que su visión se abra a algo, yo diría, celestial. ¿Existe realmente el paraíso? La liturgia debería ser una prueba de su existencia, y si no es así, la liturgia no es más que palabras. En cuyo caso, nos da más o menos lo mismo que se puede conseguir en cualquier parte, ya que el mundo está inundado de palabras. Es así: los obispos pertenecen a una generación que supone que la liturgia es una cuestión de comprensión conceptual racional. Es lo que significa la participación. Y allí pierden el tren, dado que ya no no estamos en ese estadio.

Santa Misa tradicional en el altar de la Catedra de la Basílica de San Pedro del Vaticano con ocasión de la peregrinación internacional anual Summorum Pontificum

Paix liturgique – A lo largo de su vida, ¿ha visto personas que han cambiado su opinión sobre la misa tradicional, es decir, que han pasado de odiarla a amarla? ¿Y puede dar testimonio de los frutos espirituales o de los beneficios que los fieles reciben con la antigua Misa?

Peter Kwasniewski – Lo que he visto, en general, es que todo católico serio, serio en la doctrina, con una vida moralmente honesta, en su vida de oración se siente atraído por la liturgia tradicional. Cuando descubren que todo esto se encuentra a su disposición, los católicos de este tipo se sienten atraídos, porque, de hecho, viven de una manera que está de acuerdo con la liturgia tradicional. La liturgia tradicional es profundamente doctrinal, incluso dogmática, consagra los dogmas de la Iglesia, es ascética, exigente. Si uno trata de vivir una vida moralmente recta, encuentra un apoyo en la liturgia tradicional. Por lo tanto, creo que hay un vínculo natural entre una vida católica seria y la liturgia tradicional. Esta armonía existe, aun cuando es evidente que una vida católica seria puede existir de diferentes maneras, en otros contextos. Por otra parte, no veo hostilidad hacia la misa tradicional, salvo en personas que se dicen liberales o progresistas; es decir, que tienen una especie de separación que los torna ideológicamente opuestos a la misa antigua. Se oponen a ella –es interesante notarlo– porque tienen una visión del mundo dogmática, moral y cósmica de acuerdo con todo su paradigma progresista liberal. Ven en la misa tradicional una amenaza para el conjunto del «proyecto Vaticano II». Con relación a los frutos espirituales, suelo decir que no sabía realmente cómo rezar en misa antes de asistir a la misa antigua. Porque en mi experiencia de católico, suponía que la oración litúrgica era sólo un acto religioso, una suerte de va y viene superficial entre el sacerdote y el pueblo, un momento en que se cantaba una cantidad de canciones, en suma, algo que quedaba en la superficie, como el patinaje sobre hielo. Pero cuando a partir del momento en que he comenzado a asistir a la liturgia tradicional, ha sido como el buceo en alta mar: había que ponerse el equipo de buzo e ir al fondo del océano. Porque en esta liturgia hay una profundidad sin fin. Es lo que explica que yo mismo y muchos de mis amigos no nos cansemos nunca de ir a la misa tradicional, la buscamos siempre con ansia allí donde queremos ir a misa. Mientras que con el Novus Ordo, se siente mucho menos entusiasmo, lo que hace más fácil saltear la asistencia dominical, porque se sacan menos beneficios.

Paix liturgique – ¿En qué le parece que el sacrificio sacramental está mejor expresado en la misa tradicional?

Peter Kwasniewski – El Santo Sacrificio de la Misa es la representación sacramental del sacrificio que Nuestro Señor ha ofrecido de su Cuerpo y de su Sangre en la Cruz. No es simplemente una opinión, ni el punto de vista de una escuela, es la enseñanza dogmática de fide de la Iglesia en el Concilio de Trento. Así, la misa no es, en primer lugar, una comida, ni principalmente una conmemoración de la Resurrección. Sino que la misa nos pone en contacto con la Sangre salvadora y redentora de Cristo, que necesitamos para salvarnos. Es muy importante, entonces, que la liturgia de la misa nos confirme que ella es el misterio, el primer misterio. Santo Tomás dice que la Eucaristía es el Christus passus, Cristo que ha padecido por nuestros pecados, y que la liturgia nos entrega místicamente a Aquél con quien estamos verdaderamente en contacto bajo el velo del pan y del vino consagrados. Pero si la liturgia se parece a algo completamente distinto a esto, si se parece sobre todo a un banquete, a una comida fraterna, entonces nos induce al error, nos catequiza en un sentido equivocado sobre lo que hacemos juntos. En el rito antiguo, no sólo por la orientación hacia el este, que también puede existir, eventualmente, en la misa nueva, sino en todos los aspectos, el acento está puesto en el altar del sacrificio, y ello se da en todas las oraciones, en particular en la del ofertorio, en los gestos, en las ceremonias. Por supuesto, también es un banquete, pero un banquete sacrificial. Es ante todo un sacrificio, y luego, nosotros comulgamos con la víctima sacrificial. La prioridad en la misa es siempre ofrecer a Dios la oblación pura del Cordero. Constituye un privilegio, pues, si estamos en estado de gracia y podemos tomar parte en este festín sacrificial, en esta ofrenda sacrificial.

Paix liturgique – No ha habido nunca en la historia de la humanidad, tantas personas tan alejadas de su lugar de nacimiento, sea porque viven en otro país, sea simplemente porque están de viaje. La misa en latín, al posibilitar a todos tener «su» misa, incluso si se asiste en un país que no es el propio, ¿no respondería al objetivo pastoral? ¿Cree usted que la misa en latín ha contribuido con el verdadero objetivo de la «globalización» de las antiguas épocas ?

Peter Kwasniewski – No cabe duda, si se mira la civilización europea –hablo de Europa occidental, no de Europa oriental, que ha tenido su propia historia– de que la presencia del rito romano y de varios otros usos latinos vinculados al rito romano, y de la lengua latina eran fuerzas unificadoras importantes, que mantenían a las personas en comunicación unas con otras. Las artes y la vida intelectual se vieron así fertilizadas a través de todas estas variadas fronteras de lenguas y regiones. ¿No es curioso que en el siglo XX, en el momento en que el transporte aéreo permitía viajar con mayor facilidad que nunca, en que los automóviles eran omnipresentes, cuando se viajaba cada vez más, de repente, se haya decidido vernaculizar y marginar a todos los que no hacen parte de la comunidad local? En mi juventud, antes de descubrir la misa tradicional en latín, viajé mucho. Asistía al Novus Ordo en el idioma en que se celebraba en el lugar donde me encontraba, y comprendía apenas. Podía entender Amén, pero eso era casi todo. No se trata en primer lugar –como he dicho antes– de tener una comprensión racional, pero igual ¡es frustrante ir a una liturgia hecha para que la comprendan y que utiliza palabras que uno no puede comprender! Si hay una liturgia que debiera ser en latín, es el Novus Ordo, sin ello excluye a muchas personas. Pero la otra observación que me gustaría hacer, igualmente irónica, es que se constata que en el momento de la historia del mundo en que las personas saben leer y escribir más que nunca, y en que todo el mundo puede fácilmente acceder a lo que dicen las oraciones, es cuando se ha decidido: «Y bien, debemos poner todo en la lengua vernácula de todos los días, en lugar de utilizar esta lengua rica en teología, rica y poética, que las liturgias siempre han utilizado; ahora, hay que simplificar todo». Pero, ¿por qué? Esto me parece otro ejemplo de un juicio histórico erróneo y de confusión cultural por parte de los reformadores litúrgicos.

Paix liturgique – En general, la gente comienza por conocer la misa tradicional y después el canto gregoriano, pero en su caso, fue al revés. ¿Cree que la música sacra puede jugar un papel en la renovación litúrgica?

Peter Kwasniewski – ¡Totalmente! Tiene razón en decir que yo he adherido a la tradición litúrgica a través de la música sacra y, en particular, el canto gregoriano. Jamás había tenido contacto con el culto en latín antes de descubrir el canto gregoriano. Incluso, nunca había pensado en rezar en latín. Así, aun tomando conciencia del latín como idioma, las cosas se dieron a través del canto gregoriano. La belleza del canto me ha fascinado, ha embargado mi corazón, me ha inspirado. Al principio, no lo comprendía ni siquiera como lenguaje musical, pero sabía que había algo luminoso, divino, muy especial y muy diferente y que me fascinaba. Es como aquéllo de lo que hablaba Rudolf Otto: el mysterium tremendum et fascinans. Hay algo muy poderoso y de otro mundo en el canto. Al comienzo, era como un anzuelo que arrastra al pescado, a través del canto. Cuando descubrí la liturgia tradicional, lo que percibí rápidamente es lo siguiente: la liturgia tradicional ha crecido con el canto, el canto y el antiguo rito romano son como el cuerpo y el alma, juntos tienen una relación muy íntima. No hubo primero la liturgia y luego el canto como una vestidura extrínseca, sino que la liturgia romana y el canto han crecido juntos, codo a codo. El canto gregoriano es la liturgia romana cantada. Tiene la misma forma que la liturgia romana. En seguida percibí que el canto congenia, está en su casa, en la liturgia tradicional. El ritmo de la liturgia está perfectamente calculado, los cantos son lo suficientemente largos para cubrir las acciones. Hay un ajustamiento estrecho entre la música y la liturgia. También se ve esto con la polifonía: la gran polifonía pudo ser compuesta porque tenía su lugar en la liturgia; el ofertorio, por ejemplo, da cabida para que los grandes compositores escriban largos motetes para esta parte de la misa. El Novus Ordo es tan racionalista, verbal y breve que el canto gregoriano y la polifonía parecen incomodar. Se los experimenta siempre como una especie de interrupción y de atraso. Por ejemplo, si uno asiste a una misa según el Novus Ordo y el lector laico hace una lectura en lengua vernácula a la que todo el mundo responde: «Te alabamos, Señor», y luego una schola canta el gradual en latín, la sensación es muy extraña, no va para nada. Mientras que en la liturgia tradicional, existe un hermoso flujo natural donde todo coincide perfectamente. Por eso, pienso que retomar la belleza de la música sacra es casi lo mismo que retomar la liturgia tradicional, precisamente por estas razones. Esto no significa que no debamos utilizar el canto gregoriano y la polifonía en todas las liturgias, significa sencillamente que el canto sacro tiene una casa y un lugar naturales: la liturgia tradicional.

Paix liturgique – Para concluir, ¿podría dar un mensaje a las familias jóvenes que se preocupan de preservarse y de preservar la infancia de toda la confusión que reina en la sociedad actual?

Peter Kwasniewski – Diría que nada es más importante para las jóvenes familias católicas que encontrar una buena comunidad de fieles católicos con espíritu tradicional. E incluso hacer los sacrificios necesarios para llevar a su familia a misa en una iglesia así, con una comunidad de este tipo. Las familias que asisten a la liturgia tradicional quieren glorificar a Dios, santificar sus almas, ofrecer a sus hijos la belleza y la riqueza de la tradición católica, y encontrar también a otras personas con visiones similares que se convertirán en su red de apoyo y amistad. Sus hijos encontrarán a otros niños con quienes pueden jugar con toda seguridad, que no ven vídeos espantosos ni cosas de ese género. En el mundo moderno debemos ser muy realistas y no presumir que la mayoría de los lugares son lugares seguros. La mayoría de los lugares son peligrosos, desde un punto de vista moral. Yo agregaría que, desde un punto de vista intelectual, también el error y la depravación son la norma en la sociedad occidental moderna. Debemos, por lo tanto, hacer cuanto esté a nuestro alcance para encontrar comunidades donde la norma es la belleza, la oración y el respeto. Todo esto, lo encontramos en la liturgia tradicional.

Fuente: Paix Liturgique.

ARTÍCULO: «MOSEBACH NOS CONVOCA A UN NUEVO Y GRAN ESFUERZO POR LA LITURGIA TRADICIONAL»

Les ofrecemos a continuación, un interesante texto del escritor alemán Martin Mosebach, escrito para servir de prólogo al folleto que recoge los once sondeos realizados entre 2000 y 2017, primero en Francia y después en siete países de Europa (Italia, Suiza, Alemania, España, Portugal, Polonia y Gran Bretaña) y, finalmente, en Brasil, por Paix Liturgique respecto de la situación de la Misa tradicional. El texto ha sido publicado en francés por dicho sitio y publicada su traducción por la Redacción del blog de la Asociación Litúrgica Magnificat, capítulo chileno de la Federación Internacional Una Voce:

El escritor Martin Mosebach

Prefacio de Martin Mosebach

«Quien desee en Alemania hablar de sus experiencias en materia de liturgia católica tiene que comenzar por mencionar su edad y su origen, porque este país, dividido en lo relativo a la religión, presenta tales diferencias entre las regiones que lo componen, que no se puede hablar de “catolicismo alemán” sino en un sentido extremadamente superficial, aun cuando en los últimos tiempos una reciente y muy nueva evolución ha tenido una influencia poderosamente unificadora.

Así, cuando digo que nací en 1951 en Fráncfort del Meno, significa que nací en una gran ciudad, de mayoría protestante, que forma parte de la diócesis de Limburgo, la cual siempre ha mantenido una cierta distancia frente a Roma. Yo no conocí, por otra parte, la “cultura católica” de antes del Concilio: destruidas durante la guerra, las iglesias fueron posteriormente reconstruidas en un estilo que las despojó de su esplendor. Las liturgias que conocí en mi infancia desaparecían casi totalmente tras un biombo de cantos y lecturas de textos alemanes proclamados ante la asamblea, los cuales, en su mayor parte, no eran ni siquiera traducciones de las oraciones en latín. Esta “Misa rezada y cantada”, como se la llamaba entonces en Alemania, con cantos que se había autorizado que reemplazaran las partes más importantes del Ordinario -el Gloria, el Sanctus- contribuyó de modo decisivo a socavar todo sentimiento litúrgico. Entre los simples creyentes, eran muchos los que, ganados por la emoción, cantaban durante el Ofertorio versos llenos de piedad, compuestos en melodías agradables al oído, pero que, simplemente, hacían caso omiso de importantes partes de la Santa Misa. A los que eramos monaguillos se nos entrenaba para recitar a toda velocidad las respuestas en latín, con un sacerdote, a cuyo cargo estábamos, que medía la velocidad con un cronómetro. Es muy elocuente el que, más tarde, a fin de hacer aceptar la reforma de la Misa de Pablo VI, este mismo sacerdote celebrara “Misas Coca-Cola” en su parroquia.

Puede ser que, en algunos lugares, las cosas se hayan dado de modo diferente, quizá en las viejas regiones católicas de Alemania, en los territorios que han pertenecido desde siempre a Baviera, en la región de Münster, en Maguncia; pero forzosamente hay que constatar que, desde mucho antes del Concilio Vaticano II, la práctica litúrgica en Alemania estaba estaba, casi siempre, muy lejos de ser satisfactoria. Desde la década de 1920, los movimientos juveniles católicos organizaban “Misas experimentales” que se parecían asombrosamente a lo que la reforma de Pablo VI instauró más adelante. Desde muy temprano este “movimiento litúrgico”, especialmente floreciente en Alemania, fue más propiamente un “movimiento antilitúrgico”, impulsado por teólogos importantes que estaban lejos de ser todos progresistas. El propio Romano Guardini, que tanto veneraban los católicos conservadores, tuvo en este campo un influjo cargado de pesadas consecuencias.

La reforma de la Misa llegó, pues, a un terreno bien preparado: grandes sectores de la sociedad ignoraban del todo qué era la liturgia; el sentido del acontecimiento sobrenatural que se produce en el misterio sacramental se había grandemente debilitado, especialmente entre las clases cultivadas. Como consecuencia, el efecto producido por esta reforma no fue sino más sorprendente todavía: ella fue en su mayor parte bien acogida, a pesar del modo brutal e irrespetuoso en que se la llevó a la práctica; pero, al mismo tiempo, las iglesias se vaciaron. El católico medio aceptó, es cierto, la reforma; pero, simultáneamente, renunció a ir a la iglesia. Fue como si, según suele ocurrir en los fenómenos físicos, la reforma hubiera disuelto el magnetismo del rito. Las heridas profundas inferidas al culto, incomparables con cualesquiera otras en la historia de la Iglesia, fueron justificadas por necesidades pastorales, pero fue precisamente en este aspecto que fracasaron. Incluso hay algunos altos dignatarios actuales de la Iglesia que afirman que, sin esta reforma, la pérdida de amor por la Iglesia hubiera sido más dramática todavía; pero este argumento no es satisfactorio, porque la historia no conoce el tiempo condicional.

Dos soldados caminan por la Catedral de Colonia, dañada por los bombardeos (George Silk, 1945) (Foto: Pinterest)

No me explico cómo, en circunstancias como las descritas, un significativo número de católicos alemanes pudo permanecer fiel al rito tradicional, ni cómo esos católicos pudieron interesarse en éste. Me refiero sobre todo a la nueva generación de sacerdotes, hombres jóvenes, que jamás conocieron lo que se podría llamar “una cultura católica”, quienes parecen atisbar que, sin una liturgia transmitida, el sacerdocio queda incompleto. Pero, incluso entre los laicos, se siente crecer algo así como un sentimiento de inmensa pérdida, sin que puedan discernir lo que la provoca. Los representantes oficiales de la Iglesia se mantienen en su actitud de rechazo, aunque han renunciado a gran parte de su furor ideológico. Se constata que es evidente que la reforma post-Vaticano estuvo lejos de provocar un nuevo Pentecostés y que, al contrario, fue causa de una profunda incertidumbre y debilidad. Poco a poco parece imponerse la idea de que no se puede eliminar en Alemania una práctica milenaria mediante un simple decreto administrativo. La historia alemana sabe de muchas profundas rupturas, pero sabe también de otras tantas continuidades que duran más que aquéllas, y puede ser que este nuevo apego al rito tradicional de la Iglesia surja de este hecho.

El creciente favor que encuentra la liturgia antigua no debe, con todo, engañarnos con cifras, por mucho que éstas impresionen. La verdad teológica y mística del culto tradicional no depende de su aceptación por grandes mayorías. En la Iglesia, el rito tradicional no deriva su legitimidad de que “agrade” a un número cada vez más grande de creyentes, ni del hecho de que les “interese”, ni tampoco de que cada vez haya más creyentes que “puedan imaginarse que eventualmente podrían celebrarlo”. Es cierto, empero, que esas cifras pueden hacer que reflexionen aquellos que en las diócesis son responsables del modo cómo se administra los sacramentos. Ellos tienen, o más bien debieran tener, el papel de hacer que los sacerdotes y obispos, en estos tiempos en que la Iglesia pierde peso, reflexionen sobre cómo enfrentar el proceso, no poniendo trabas, por ejemplo, a quienes solicitan con convicción la celebración regular del rito antiguo, sino, por el contrario, obedeciendo el motu proprio de Benedicto XVI y accediendo generosamente y en toda la línea a esas solicitudes.

Misa tradicional en la Catedral de Espira (Speyer) (Foto: Wikimedia Commons)

Sin embargo, cualquiera que haya penetrado de verdad y profundamente en el pensamiento del rito tradicional no tiene necesidad alguna de encontrar consuelo en el creciente número de fieles que lo redescubren. La verdad del rito tradicional no depende de adhesiones masivas sino que, por el contrario, es totalmente independiente de ellas. Tampoco hay que dejarse engañar por esta adhesión que crece sin cesar: el rito antiguo es difícil, exige ser frecuentado a lo largo de toda una vida, y lo digo por experiencia propia. Luego de haber pasado más de 30 años en temas de liturgia, todavía hoy descubro en él cosas nuevas que se me habían escapado. La religión cristiana puede ser vivida a diferentes niveles, cada uno de los cuales tiene su explicación: tanto la fe ingenua de los niños como la meditación filosófica; la ascesis vivida lejos del mundo como el amor de la belleza y los sentidos vivido en el mundo; y la liturgia de la Iglesia puede ser celebrada tanto por analfabetos como por intelectuales de las grandes ciudades; pero nada de esto cambia el hecho de que ella es, en su misma esencia, un misterio iniciático que no se revela a la primera mirada, ni a la segunda, ni siquiera a la tercera, sino que se abre, siempre más profundamente, a quien busca, y también a quien estudia. Y aunque no fuera más que por esta causa, ella no podrá jamás depender del sufragio de la mayoría. Lo cual nos muestra también lo esencial de lo que se juega en los círculos que se esfuerzan por hacer perdurar el rito antiguo, es decir, la formación litúrgica de los creyentes, que no deberían quedarse en un vago sentimiento de bienestar ni en una especie de inclinación instintiva hacia él, si es que el nuevo arraigo de la liturgia tradicional ha de triunfar a largo plazo. Son demasiado numerosos los que hoy frecuentan la Misa del rito antiguo sin siquiera saber hasta qué punto tienen razón al hacerlo y cuán bien hacen con ello. He aquí por qué el número sorprendente de fieles que en Alemania declaran gustar de la antigua liturgia es, sobre todo, un llamado a un nuevo y gran esfuerzo.

Las comunidades de sacerdotes que se consagran exclusivamente al rito antiguo, y también el número creciente de sacerdotes que lo celebran de vez en cuando, deben, en sentido literal, en el sentido más estricto del término, ser considerados misioneros. Así es como podrá ser aceptado, con el reconocimiento que merece, el milagro de que, cincuenta años después de una reforma litúrgica introducida a paso forzado, y nacida en gran parte en Alemania, la chispa de la liturgia tradicional no haya cesado jamás de brillar».

HOMILIA: «QUERIDOS SACERDOTES, INTENTAD REDESCUBRIR LA MISA TRADICIONAL»

Publicamos un extracto de la homilía que Don Rinaldo Bombardelli, sacerdote italiano rector de la iglesia de la Santissima Annunziata en Trento (Italia), pronunció el pasado 29 noviembre de 2016. El padre Bombardelli celebra todos los domingos y fiestas de precepto la Misa tradicional en dicho templo. El texto íntegro de la homilía ha sido publicado en la Carta n° 575, del 27 de diciembre de 2016 por Paix liturgique, y puede leerlo íntegramente en francés pinchando aquí,

 

«Queridos sacerdotes, intentad redescubrir la Misa tradicional»

Hermanos y Hermanas:

«Nuestra hermosa fe católica nos ofrece la posibilidad de poder escuchar la palabra viva del Evangelio, por medio del magisterio milenario de la Iglesia, en la firmeza de la doctrina, por la gracia de los sacramentos, la oración y la liturgia.

Y a propósito de liturgia, precisamente en esta iglesia dedicada a María Santísima de la Anunciación, en Trento, –y sin ocultar una pizca de orgullo por pertenecer a esta iglesia de Trento que ha tenido el honor de hospedar, a pocos metros de dónde os estoy hablando, uno de los más grandes concilios de la historia de la Iglesia, el Concilio de Trento, concilio que ha llevado a cabo una inmensa reforma en la Iglesia protagonizada por una multitud de Santos y Santas–, tenemos la gracia de poder celebrar aquí todos los domingos la Santa Misa según el rito antiguo.

Una liturgia que contiene en sí, en sus silencios, en su carácter sagrado, en la centralidad que otorga al Sacrificio de Jesús sobre la Cruz, la respuesta a aquel Quærere Deum, ese buscar a Dios, al que me refería al principio. Es una liturgia que atrae mucho a los jóvenes, aunque esto pueda parecer increíble.

En realidad, y aquí me permito dar un consejo a mis hermanos sacerdotes que ahora me escuchan: nosotros hemos intentado de muchos modos atraer a las jóvenes generaciones a la iglesia y la Santa Misa. Recuerdo de pequeño las “misas beat”, después también las “misas rock” o las misas caracterizadas por particulares y hasta extravagantes modos de atraer a los jóvenes. Lo hemos hecho de buena fe, quizá con grandes expectativas pero que a menudo nos han dejado decepcionados.

Queridos hermanos sacerdotes, intentad redescubrir la Santa Misa antigua que, además de ser un extraordinario alimento para nuestra espiritualidad sacerdotal, ella también atrae, y mucho, a los jóvenes. Sucede en todo el mundo, y también aquí. ¿Por qué no debería suceder también entre vosotros?

El mundo necesita de Dios. Las naciones buscan a Dios. La Iglesia puede y debe ofrecer a Dios. Es nuestra tarea, es nuestro preciso deber, y al mismo tiempo es la alegría que llena nuestra vida. Esa alegría que tiene un nombre preciso: Jesucristo, el Hijo de María Santísima».

Fuente: El Búho escrutador.

 

MONS. LAISE: LA MISA DE SAN PÍO V ES UN TODO, LITÚRGICO, ESPIRITUAL, TEOLÓGICO Y MORAL

monslaiseEn 1996, cuando la conferencia episcopal argentina decidió aplicar el indulto que autoriza la comunión en la mano, Mons. Juan Rodolfo Laise, obispo de San Luis (Aregentina), obtuvo de Roma la confirmación de que seguir distribuyendo en su diócesis la comunión en la boca no rompía la comunión episcopal. Veinte años más tarde, sus dos sucesores han mantenido esta santa práctica y el obispo de Oruro, Bolivia, Mons. Bialasik, de la Sociedad del Verbo Divino, acaba de aplicar un decreto similar en su diócesis.

Capuchino y devoto del Padre Pío, Mons. Laise, que acaba de cumplir 90 años, está hoy retirado en San Giovanni Rotondo, donde se desempeña como confesor del santuario. La web Paix Liturgique ha tenido la oportunidad de entrevistarlo en Roma, en la presentación del libro de don Nicola Bux sobre los sacramentos, publicado por ediciones Cantagalli, editores también del libro de Mons. Laise, «Comunión en la mano, documentos e historia», cuya edición italiana acaba de salir.

A continuación la entrevista de Paix Liturgique con Mons. Laise:

«1) Excelencia, ¿qué misa celebra todos los días?
Mons. Laise: ¿Actualmente? La misa de san Pío V. Todos los días a las 6 de la mañana cuando estoy en San Giovanni Rotondo. Es mi misa privada.

2) ¿Los fieles pueden asistir?
Mons. Laise: Desgraciadamente, entre los capuchinos de la comunidad que, en general, ya tienen cierta edad, no hay apertura hacia la liturgia tradicional. En cambio, entre los sacerdotes jóvenes que están de paso, hay algunos favorables. Sería bueno que hubiera una celebración pública para los peregrinos del santuario y estoy seguro de que los fieles responderían favorablemente, pero los tiempos no están todavía maduros desde el punto de vista de las autoridades. Por mi parte, pro bono pacis, celebro teniendo cuidado de evitar cualquier tensión.

3) ¿Cómo ha vivido la proclamación del motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI?
Mons. Laise: Por cierto, he sido muy sensible a Summorum Pontificum que ha restaurado y estimulado la celebración de la liturgia tradicional. La misa tiene siglos de historia. Cuando celebro en la forma ordinaria, retomo las oraciones de la forma extraordinaria, sobre todo en el ofertorio. Y el canon romano, por supuesto. Creo que este es el sentido en que el papa Benedicto XVI encaraba las dos formas de un mismo rito…

4) ¿Nota una evolución de la mens liturgica de los sacerdotes?
Mons. Laise: Es necesario hacer una distinción según las generaciones. Hay una actitud positiva en los sacerdotes jóvenes, actitud que suele surgir cuando han tenido contacto con un sacerdote gracias al cual han podido descubrir el misal tradicional. Así tienen acceso a todo un contenido espiritual y teológico que ignoraban y que sólo pide ser explorado y compartido. El contenido de la misa tradicional es más rico, más preciso que el de la misa moderna. La Santísima Virgen, san Miguel Arcángel y los santos apóstoles Pedro y Pablo están en todas las oraciones de la forma extraordinaria mientras que han desaparecido totalmente, o casi, de la forma ordinaria. Cuando yo celebraba con el misal nuevo, optaba siempre por la primera oración eucarística, el Canon romano.

5) ¿Qué recuerdo conserva de la misa que celebró en la basílica de San Pedro para la peregrinación del pueblo Summorum Pontificum?
Mons. Laise: Usted sabe, cuando uno celebra, y es una de las gracias de la forma extraordinaria, uno está totalmente absorbido por el misterio. Entonces, los recuerdos que tengo son los que me transmiten las personas que estaban presentes y que me agradecen porque estaban muy contentas con tan bella ceremonia.

6) ¿Usted ha sido ordenado sacerdote con la forma extraordinaria y para ella?
Mons. Laise: ¡Desde luego, en 1949! He celebrado durante 20 años, incluso en Roma, donde estudié en la Gregoriana. La he celebrado hasta la reforma de Bugnini, quien ha traicionado el pensamiento de los padres conciliares. Y quizá el de Pablo VI. En todo caso, es lo que me deja pensar el ejemplo de la comunión en la mano, que Pablo VI no quería, como lo ha manifestado en la instrucción Memoriale Domini, pero que los obispos alemanes y franceses han impuesto.

7) ¿Y su ordenación episcopal?
Mons. Laise: En 1971, por lo tanto con el nuevo rito. Cuando me convertí en obispo de San Luis, la reforma ya había sido aplicada. Y debo decir que no había problemas, porque, en esa época, en Argentina, respetábamos las rúbricas y celebrábamos con el espíritu de la liturgia anterior. No fue sino poco a poco como la situación se fue degradando. Por eso la comunión en la mano llegó tardíamente al país, en 1996.

8) ¿Cómo ve la situación actual?
Mons. Laise: Veo una dificultad que es la pérdida del latín. El latín ya no se enseña en las escuelas y aún menos en los seminarios, por lo cual incluso sacerdotes bien intencionados y dispuestos no llegan a hacer propia la forma extraordinaria.

9) ¿Ve algún signo positivo, a pesar de todo?
Mons. Laise: Los jóvenes. Tienen respeto por la liturgia, la aprecian y muchos se sienten atraídos por la forma extraordinaria, pero necesitan formarse. La misa de san Pío V es un todo: litúrgico, espiritual, teológico y moral. Hay que redescubrir cada uno de estos aspectos. Uno se da claramente cuenta de ello con el tema de la comunión: santo Tomás de Aquino enseña que Cristo está presente en la más mínima parte de la hostia consagrada, de allí el respeto debido al cuerpo de Cristo real y substancialmente presente en las sagradas especies, que condiciona la actitud de oración y adoración de los fieles. De modo que la comunión en la mano es inimaginable en la forma extraordinaria. Cuando se acepta una verdad, cuando se cree en ella, se vive en función de esta convicción, hay una coherencia entre la vida que llevamos y nuestra fe: no se puede vivir en contradicción con una fe auténtica, se hace todo lo posible para conformarse a ella. La misa tradicional es ejemplar en este sentido, por el rigor de su contenido teológico y espiritual, para redescubrir esta coherencia de vida que tanto necesitamos. Es la columna vertebral de la liturgia como el Catecismo de la Iglesia Católica es el resumen de nuestra Fe.

10) Los partidarios de la reforma litúrgica la han justificado, en parte, debido a los abusos que existían antes del concilio en la celebración de la liturgia tridentina; ¿usted observó estos abusos durante sus primeros años de sacerdocio?
Mons. Laise: ¡Sí, claro! Pero respondía más a abusos singulares y personales que a abusos generalizados. Me acuerdo que, muy joven, yo debía leer los avisos parroquiales mientras que el sacerdote decía las oraciones al pie del altar. Eso me chocaba. La misa requiere una gran concentración en las cosas de Dios, en el misterio de la Cruz, la Pasión y la Resurrección de Nuestro Señor. El celebrante debe evitar las ocasiones de distracción para él y para los fieles.

11) Mientras, por primera vez, una traducción italiana de su libro ha sido publicada en marzo, un obispo de Bolivia acaba de firmar un decreto para promover la comunión en la boca en su diócesis de Oruro: ¿qué opina Ud. de esta decisión?
Mons. Laise: ¡Ojalá que todos los obispos que se dan cuenta de la importancia de la comunión en la boca como reverencia que merece el Santísimo tuvieran la misma actitud que tuvo el obispo de Oruro! Ésta es la única forma de manifestar sinceramente con la palabra y con los hechos la fe en la presencia eucarística del Señor. Lamentamos que no se haga en la Iglesia hoy como lo ha manifestado el mismo Pablo VI en la Memoriale Domini, que la comunión debería ser siempre recibida en la boca. Así el obispo de Oruro confirma las palabras del Papa Pablo VI y me alegra.».

Mons Laise

Mons. Laise oficia Misa tradicional en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro durante la peregrinación anual Summorum Pontificum (Oct.15)

LAS REFLEXIONES DE PAIX LITURGIQUE

1°/ «No se puede vivir en contradicción con una fe auténtica, se hace todo lo posible para conformarse a ella. La misa tradicional es ejemplar en este sentido, por el rigor de su contenido teológico y espiritual, para redescubrir esta coherencia de vida que tanto necesitamos». Aquí se encuentra expresado el adagio lex orandi, lex credendi, aplicado por Mons. Laise a la obligación moral de vivir litúrgicamente en conformidad con la fe teologal.

2°/ Mons. Juan Rodolfo Laise es muy conocido por su lucha contra la comunión en la mano, por los daños que causa en la fe de los fieles. En 1996, de acuerdo con Roma, mantuvo la comunión en la boca en su diócesis de San Luis, no temiendo distinguirse así de la conferencia episcopal. Más tarde, publicó un libro sobre el abuso de poder que representa la generalización de la comunión en la mano por las conferencias episcopales, sin tener en cuenta la consulta a los obispos del mundo entero realizada a fines de1968. Dicho libro, publicado en español, inglés, polaco y francés, acaba de ser editado en italiano, enriquecido con un prefacio de Mons. Schneider y algunas reflexiones de Mons. Laise sobre la comunión espiritual.

3°/ Mons. Laise no teme presentarse como un partidario de la «reforma de la reforma», en el verdadero sentido del término. Es decir, hoy en día, celebra ordinariamente la misa tradicional, pero cuando celebra la misa nueva, la enriquece, eligiendo decir el canon romano como oración eucarística y agregando oraciones propias de la liturgia tradicional, en particular, las del ofertorio. Es sabido que el cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, y el cardenal Burke, se han mostrado favorables a una autorización oficial para agregar en la forma ordinaria las oraciones de la confesión (llamadas oraciones al pie del altar) y las oraciones del ofertorio. Sin esperar tal autorización, muchos sacerdotes y algunos obispos ya practican, motu proprio podríamos decir, esta rectificación del rito nuevo.

4°/ Conocedor de la realidad, Mons. Laise ve, sin embargo, una gran dificultad para la extensión de la forma extraordinaria: la falta de conocimiento del latín, lo que motiva que algunos sacerdotes bien intencionados no logren asimilar la forma extraordinaria. Lo hemos afirmado varias veces: el obstáculo es real, pero no infranqueable. El carácter obligatorio del estudio del latín, que debería ser algo evidente en todas las casas de formación de la Iglesia «latina», figura en el canon 249 del Código de Derecho Canónico, que pide que los seminaristas «sepan bien la lengua latina». Los redactores de la instrucción Universæ Ecclesiæ –instrucción sobre la aplicación de Summorum Pontificum– eran conscientes de ello, como lo prueba el artículo 21 que trata sobre la forma extraordinaria en los seminarios: «Se exhorta a los Ordinarios a que ofrezcan al clero la posibilidad de adquirir una preparación adecuada para las celebraciones en la forma extraordinaria. Esto vale también para los seminarios, donde se deberá proveer a que los futuros sacerdotes tengan una formación conveniente en el estudio del latín y, según las exigencias pastorales, ofrecer la oportunidad de aprender la forma extraordinaria del rito.»
Fuente: Paix Liturgique (Correo 69)

ROMA: IV PEREGRINACIÓN INTERNACIONAL SUMMORUM PONTIFICUM

Peregrinacion Summorum Pontificum«Organizada por el Coetus Internationalis Summorum Pontificum (CISP), la cuarta peregrinación internacional del pueblo Summorum Pontificum a Roma (1) se realizará del 22 al domingo 25 de octubre de 2015. Aunque todavía se ignora el nombre del celebrante en la basílica de San Pedro, dado que el cardenal Caffarra, a quien se había contactado, ha sido convocado nuevamente por el papa Francisco como padre sinodal (2).

Entre los aspectos notables del programa (puede consultarse pinchando aquí), señalemos, en el plano espiritual, la devoción a San Felipe Neri, patrón de la peregrinación, de quien se celebran los 500 años del nacimiento, y a Nuestra Señora de Fátima, una réplica de cuya imagen guiará a los peregrinos hacia San Pedro en la procesión solemne del sábado 24 de octubre. Por el momento, se sabe que celebrarán Mons. Laise, obispo emérito argentino, capuchino, actualmente retirado en San Giovanni Rotondo, Mons. Pozzo, secretario de la Comisión Ecclesia Dei y dom Pateau, abad de Fontgombault. El punto más destacado del valioso programa musical será la misa a 4 coros «H4» de Marc-Antoine Charpentier que cantará la Schola Sainte Cécile el viernes 23 de octubre en la iglesia Santa Maria in Campitelli. Sin duda, es la primera vez en varias décadas que esta pieza, compuesta en Roma por el músico francés, se interpreta en una celebración litúrgica. La polifonía tendrá un lugar sobresaliente, puesto que el domingo 25 de octubre, para la fiesta de Cristo Rey, el coro Cantus Magnus dirigido por Matthew Schellhorn propondrá la misa para cinco voces de William Byrd. Las hermanas franciscanas de la Inmaculada estarán igualmente presentes, en particular en la procesión del sábado 24, así como una nueva comunidad, la Familia de la Inmaculada Mediadora de todas las gracias y de San Francisco. Cabe indicar que el clero presente en la peregrinación se reunirá con el padre Serge-Marie Bonino, dominico marsellés, decano de la facultad de filosofía de la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (el Angelicum), para una charla sobre la actualidad del tomismo en la formación sacerdotal.

Subrayemos, finalmente, la complementariedad que se bosqueja entre la peregrinación y otras importantes actividades del mundo tradicional, empezando por la asamblea general de la Federación Internacional Una Voce (FIUV). Esta reunión bianual se realiza, a partir de ahora, al mismo tiempo que la peregrinación Summorum Pontificum, lo que permite a los delegados de la FIUV participar en esta última, a la vez que los peregrinos pueden asociarse a las ceremonias litúrgicas organizadas por la FIUV (vísperas el sábado y el domingo y misa el lunes por la mañana), y asistir a la conferencia pública del domingo por la tarde.

Señalemos, por último, dos iniciativas independientes para los peregrinos de lengua italiana y de lengua inglesa, que se desarrollarán el sábado por la tarde en el auditorio de la Pontificia Universidad Patrística (es decir, justo a la salida de la columnata de Bernini): la presentación de la edición italiana del libro de Mons. Laise sobre la comunión en la mano. (3), edición revisada y aumentada con un prefacio de Mons. Schneider (ediciones Cantagalli), y a continuación, una conferencia sobre la defensa de la Fe y la familia a cargo del presidente de los abogados católicos de Estados Unidos, Christopher Ferrara, los periodistas y militantes pro vida, Antonio Brandi (Italia) y John Vennari (EEUU) y Susan Pearson».

«Las oraciones de los peregrinos se elevarán a la Sagrada Familia de Nazaret por el éxito del Sínodo de la familia que concluirá al mismo tiempo». (Comunicado del CISP del 14 de septiembre de 2015)

(1) La participación en la peregrinación es libre, debiendo cada peregrino encontrar alojamiento en Roma.
(2) El sínodo, que comienza el 4 de octubre, terminará el domingo 25 de octubre, al mismo tiempo que la peregrinación Summorum Pontificum.
(3) En 1996, cuando la Conferencia Episcopal Argentina decidió adoptar la comunión en la mano, Mons. Laise, obispo de San Luis, obtuvo de Roma la facultad de continuar distribuyendo la comunión según el modo tradicional, de rodillas y en la boca, en su diócesis. Veinte años después, sus sucesores han mantenido esta santa práctica.

Fuente: PAIX LITURGIQUE