«POR LA VERDAD, LA JUSTICIA Y LA PAZ»: REFLEXIONES SOBRE EL FUTURO DE LA LITURGIA TRADICIONAL
Publicamos esta importante declaración de los organizadores de la peregrinación tradicional de Chartres (publicada en español por Infovaticana), que han estado bajo una fuerte presión de la jerarquía francesa para abandonar la orientación católica tradicional de la peregrinación, que acaba de completar su 43º edición. Esta declaración nos aportan unas importantes reflexiones sobre cual debe ser el futuro del rito Romano tradicional en la Iglesia católica.

Declaración de la Asociación Notre‑Dame de Chrétienté
Las cuestiones planteadas recientemente sobre el uso litúrgico del Vetus Ordo (o liturgia tradicional) durante la peregrinación de la cristiandad son una oportunidad para arrojar luz sobre la historia y el espíritu de nuestra peregrinación, y, más ampliamente, de nuestra familia espiritual vinculada a las «anteriores normas litúrgicas y disciplinarias de la tradición latina»¹.
Lamentamos que esta controversia se haya planteado pocos días antes de la peregrinación, con exigencias inéditas en un momento en que todos nuestros equipos se encuentran claramente en un periodo de intensa actividad con los preparativos finales de este gran evento espiritual. Pero, sobre todo, lamentamos que esto pueda oscurecer el mensaje esencial que busca transmitir la peregrinación a nuestros contemporáneos: este magnífico testimonio público de fe, gozoso y penitente, de una cristiandad sostenida por la esperanza del Reino de Cristo y deseosa de proclamar a Cristo en un mundo que se ha alejado de Él.
Lamentamos que no hayan prosperado propuestas de reunión planteadas hace meses. Esta falta de diálogo abierto y directo es preocupante. Nuevas restricciones —nunca antes impuestas desde el Motu Proprio Traditionis Custodes— se nos presentan ahora, sin esperar las directrices del nuevo pontificado sobre la delicada cuestión del lugar de la liturgia tridentina en la Iglesia, pues de eso se trata en realidad.
Quizás estemos, en efecto, ante un kairos, un momento especial que debemos aprovechar para superar disputas vanas y buscar juntos la paz que el Papa León XIV invocó el día de su elección, fruto del Espíritu Santo, que sabe superar los aparentes bloqueos:
«Sana nuestras heridas; renueva nuestra fuerza… Doblega el corazón y la voluntad obstinados… Guía los pasos extraviados» (Secuencia de Pentecostés).
Este es el sincero deseo expresado por la Asociación Notre-Dame de Chrétienté al desarrollar las siguientes reflexiones.
Un malentendido mediático
Una cierta simplificación mediática sugiere que todo se reduce a permitir o no que ciertos sacerdotes celebren el Novus Ordo para sus misas privadas durante la peregrinación. Pero ese no es el verdadero problema. Las cartas recibidas por la asociación son claras: se nos pide transformar a fondo el espíritu de nuestra peregrinación tradicional, haciendo del Novus Ordo la norma y del Vetus Ordo la excepción tolerada, sujeta a la autorización del obispo local o del Dicasterio para el Culto Divino.
Desde hace cuatro años, se exige este mismo cambio a toda nuestra familia espiritual, mal llamada «tradicionalista». Esta controversia, que podría parecer menor, debe comprenderse en el contexto de otros hechos que no hemos hecho públicos para no dificultar el diálogo con las autoridades jerárquicas.
Este año, para la peregrinación de Chartres, y para muchos peregrinos de diferentes regiones de Francia, se han multiplicado las restricciones al uso de la liturgia tridentina, con el fin de frenar el notable dinamismo de los apostolados que desean servir a la evangelización misionera de estas regiones. En algunas diócesis, el acceso a ciertos sacramentos según el rito antiguo está limitado o incluso prohibido.
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La amplitud de estas restricciones varía según la buena voluntad del obispo local, lo cual demuestra que es posible una interpretación tolerante del Traditionis Custodes. En otras diócesis, sin embargo, llueven decretos y prohibiciones, con una frialdad jurídico-canónica alejada del «cuidado pastoral y espiritual de los fieles» que evoca el mismo texto (art. 3 § 4).
Lo que se nos dice ahora, en efecto, es que la liturgia tridentina, en su unidad ritual, sacramental y espiritual, es un mal, una anomalía, de la que la Iglesia debe sanar y purificarse.¹
La fidelidad probada
«No se puede estar en comunión con la Iglesia si no se adopta el Novus Ordo, sea parcial o totalmente. Dura lex, sed lex. Obedezcan: la Iglesia ha hablado». Pero nosotros recordamos otra afirmación confiable de la Iglesia, que es además una promesa, en la cual nuestra familia espiritual ha depositado toda su confianza.
En 1988, cuando Mons. Lefebvre consagró cuatro obispos contra la voluntad de Roma, los organizadores laicos de la peregrinación de la cristiandad tomaron la dolorosa decisión de separarse de ese camino para permanecer en unidad visible con la Santa Sede. Fue en nombre de la unidad de la Iglesia —de la que hoy se nos acusa de atentar— que estos laicos y sacerdotes, profundamente apegados a la enseñanza tradicional de la fe, se dirigieron a San Juan Pablo II. Aquel día, el Santo Padre les dijo que su apego era “legítimo”; habló de la belleza y riqueza de ese tesoro de la Iglesia; y para honrar ese gesto filial, prometió garantizar y proteger, de forma amplia y generosa, las aspiraciones de los fieles apegados a las formas litúrgicas y disciplinares anteriores de la tradición latina, sin otra condición que el reconocimiento del Concilio Vaticano II y la validez del Novus Ordo.²
La Iglesia católica, teniendo en cuenta a las personas y su historia, nos dijo que al elegir la liturgia tridentina como camino auténtico de santificación, estábamos en comunión con la Iglesia. No podemos dudar de esta afirmación, cuyo valor permanece porque trasciende las circunstancias históricas dolorosas de 1988.
Incluso hoy, pese a numerosas injusticias, nuestra familia espiritual conserva una esperanza serena en las palabras de la Iglesia, de la que ha aprendido que, como cuestión de justicia natural, pacta sunt servanda (los pactos deben cumplirse). Se nos dice que hemos roto ese pacto endureciendo nuestras posiciones y rechazando manos tendidas. Pero desde 1988 no hemos cambiado nada en ese delicado equilibrio entre fidelidad a la Sede de Pedro y apego a la enseñanza tradicional de la Fe.
¿Qué es ese “apego”?
Poco se ha prestado atención a en qué consiste exactamente ese “apego” a la enseñanza tradicional de la Fe. Algunos lo minimizan, reduciéndolo a una sensibilidad, una categoría política, una nostalgia temerosa o un miedo a la modernidad. Otros lo exageran, acusándonos de hacer de la liturgia un fin en sí mismo.
Sin embargo, los peregrinos sabemos que el fin es el Cielo, que no debe confundirse con el camino que conduce a él, y que existen muchos caminos al santuario de la paz eterna. Creemos en la importancia y el valor intrínseco de las mediaciones en el orden de la salvación. Creemos en la libertad de los hijos de Dios para usar las riquezas que la Iglesia ha ofrecido durante 2000 años según sus necesidades y prudencia.
Para nuestra familia espiritual, la liturgia tradicional es el entorno sobrenatural para nuestro encuentro con Cristo. Sus palabras, sacramentos, Misa, oficios y catequesis han sido para muchos de nosotros la materia prima de nuestra fe, vehículo de la gracia, lengua materna para hablar con Dios y escucharlo.
Para otros, ha sido una causa providencial de conversión o renovación radical de la fe. Para muchos sacerdotes, esta liturgia se ha vuelto “visceral” en sentido bíblico, penetrando cada fibra de su ser sacerdotal. No es sentimentalismo estético, sino vida, aliento, expresión encarnada de la fe. Quienes creen que el cristianismo es religión de la Encarnación entienden que estas mediaciones no son accidentales ni intercambiables por decreto.
El peregrinaje, testimonio público
La peregrinación es un lugar dentro de la Iglesia donde laicos y sacerdotes experimentan esta atmósfera y lenguaje particular. Pero también es una magnífica oportunidad para que unos 19.000 peregrinos ofrezcan un testimonio radiante de la fe católica² y de su fervor espiritual, mediante procesiones, adoración, confesiones y Misas.
Es un espacio de fraternidad cristiana internacional, de vida en capítulos, encuentros, desapego, penitencia gozosa. Es donde se vive la cristiandad, convencidos de que es urgente promover la realeza social de Cristo sobre las sociedades temporales. Esta armonía no es un fin en sí misma, pero sus frutos espirituales lo demuestran.
Se nos recuerda que los laicos no tienen autoridad litúrgica, pero tienen derecho a fundar asociaciones, invitar y elegir temas para su apostolado: la renovación cristiana del orden temporal (*Apostolicam actuositatem*, 7). Citamos este texto del Vaticano II, que reconoce la autonomía del apostolado laico y sus opciones, protegiéndolo del clericalismo. No engañamos a nadie; sabemos que estas cuestiones no son universales. Pero la peregrinación de Chartres no es para todos los cristianos.
Nunca aspiramos a ser una respuesta universal. Estamos sorprendidos por su acogida. Afortunadamente, coexisten otras iniciativas eclesiales que complementan nuestra espiritualidad, con dinamismo misionero o caritativo.
Criando con otras expresiones de fe, pero sin diluir nuestras particularidades, porque la unidad del Verbo encarnado es demasiado rica para un solo lenguaje. Como dijo un teólogo ajeno a nuestra escuela: “Nada es más contrario a la verdadera unidad cristiana que la búsqueda de la unificación…”³
La libertad de una lengua espiritual
Esta expresión particular de la fe en Chartres está siendo asfixiada hoy por una violación de la conciencia. Sabemos el daño cuando se priva por la fuerza de la mediación connatural y sensorial. Eso ocurrió en 1969. Nada es más violento espiritualmente que decirnos que nuestro “lenguaje” solo puede hablarse en circunstancias excepcionales en el corazón de Chartres. O escucharlo sospechado de herejía, inválido, prohibido. Todo eso se nos ha dicho.
Pocos valoran el valor intrínseco de la liturgia tradicional y sus beneficios durante tres días. Nuestra especificidad es minimizada, incluso negada, considerada trivial o incidental, se nos presenta como una fijación generacional: “Los jóvenes no vienen por esto”.
Sin embargo, esto es lo que ofrecemos durante tres días desde hace 43 años, y no obligamos a nadie. Escuchar que una Misa según el Vetus Ordo puede ser sustituida por una Misa en latín ad orientem con incienso y canto gregoriano revela el desprecio hacia nuestra riqueza espiritual.
Se nos dice que la peregrinación será plenamente «de la Iglesia» cuando se abra al Novus Ordo. Lo recibimos con la misma violencia que una minoría a la que se le dice que solo será aceptada si renuncia a su cultura. Estamos convencidos de que la Iglesia puede proteger identidades minoritarias en nombre de la justicia natural y el respeto a las personas y culturas³.
No queremos cambiar la peregrinación, sino conservar su alma
Contrariamente a lo escrito, no imponemos restricciones litúrgicas en la peregrinación: ya hemos sufrido bastante. Pero queremos que siga siendo un lugar donde se ame y promueva la liturgia tradicional, especialmente por los organizadores y sacerdotes.
Este año, varios sacerdotes han manifestado su alegría por aprender esta liturgia para venir. Les pedimos:
- Servir a todos los peregrinos, no solo a sus fieles.
- Respetar el espíritu de estos tres días centrados en la Cristiandad y la liturgia tridentina.
Les solicitamos que se unan al espíritu de amor y celebración de estos tesoros espirituales, y no que intenten cambiar la peregrinación. Distinguiendo entre quienes rechazan estos principios —y no vienen por propia iniciativa— y aquellos que los aprecian pero aún no pueden celebrar el rito tridentino, por falta de tiempo o prohibición. Para estos últimos hemos ofrecido soluciones de hospitalidad litúrgica.
Tradición, Cristiandad, Misión
Si estamos apegados a los métodos tradicionales no es solo por apego emocional, sino porque reconocemos que la Iglesia atraviesa una grave crisis doctrinal y litúrgica. Esto plantea una dificultad: la existencia de comunidades tradicionales puede parecer un “reproche viviente” a otros métodos a los cuales se nos quiere asimilar.
Aclaramos: aceptamos plenamente el Concilio Vaticano II y el magisterio reciente. Lo estudiamos e interpretamos, según Benedicto XVI, a la luz de la Tradición, rechazando interpretaciones erróneas de pasajes conciliares ambiguos.⁴ No queremos ruptura entre Iglesia “pre” y “post” conciliar. Creemos en una Tradición viva y en el desarrollo orgánico del dogma, pero la Iglesia no puede alterar doctrina esencial en nombre del progreso.
Muchos peregrinos, incluso jóvenes, reconocen no haber recibido formación doctrinal, se sienten una generación sacrificada, con la fe oculta, y vienen en busca de respuestas claras. Este kairos requiere valorar y superar esta crisis de transmisión de la fe, porque la unidad de la Iglesia es primero unidad en la fe.⁴
Un rito no puede ser barrido por decreto
Litúrgicamente, reconocemos que la Misa de Pablo VI es plenamente válida y santificadora —como Carlo Acutis—. Sin embargo, siempre hemos expresado nuestras preocupaciones sobre el empobrecimiento expresivo de ciertas verdades en el Novus Ordo y sobre la reforma concebida más como construcción que desarrollo orgánico, según el cardenal Ratzinger.⁵
Desgraciadamente, en muchas celebraciones faltan los requisitos de la constitución Sacrosanctum Concilium, que sí se conservan en el rito antiguo. Como dijo Benedicto XVI, “la crisis actual de la Iglesia se debe en gran parte a la desintegración de la liturgia”. Esta es una razón principal para elegir y promover la liturgia tridentina en la peregrinación.
Una comunión viva y diacrónica
Muchos peregrinos participan de ambas formas del rito romano en sus parroquias y diócesis. Al mismo tiempo, otros manifiestan su dificultad espiritual con la nueva liturgia y la indignación ante abusos litúrgicos sin condena. Para un sector de cristianos, la nueva liturgia no es su lengua para hablar con Dios ni para escucharlo. Esto no cambiará con la fuerza.
¿Es una tragedia? No. La Iglesia cuenta con más de 20 ritos litúrgicos distintos, todos válidos para el encuentro con el Dios invisible. La unidad de la Iglesia nunca ha temido la diversidad.
Confiamos en la Iglesia
Iniciamos este nuevo capítulo con confianza en la bondad de nuestra Madre Iglesia y en la solicituid del Santo Padre. Creemos en el diálogo verdadero y respetuoso, que puede dar frutos. No queremos formar una Iglesia aparte. Solo pedimos servir a la Iglesia con nuestra identidad, apego y lengua materna.
Como decía el padre Coiffet en 1988: “No somos nosotros quienes salvaremos a la Iglesia; es la Iglesia la que nos salvará”. Con este espíritu acogimos el llamado del Papa León XIV a las Iglesias Orientales: “Conservad vuestras tradiciones sin diluirlas”.⁶
Quizá sea una vía para reconocer a nuestra familia espiritual un estatuto que desbloquee esta situación.
¿Y si la tradición fuera condición de comunión?
No se trata solo de proteger minorías por caridad. Planteamos esta pregunta:
¿Y si preservar la liturgia tradicional y proteger los lugares donde se aprecia fuera esencial, incluso indispensable, para la comunión de la Iglesia consigo misma?
Esta “comunión diacrónica” con el pasado fue central en el pensamiento de Benedicto XVI y quizá la razón teológica principal del Motu Proprio Summorum Pontificum.⁶
Hasta entonces, rezamos para que Nuestra Señora de la Buena Esperanza nos libre de la amargura y dureza de corazón, y nos mantenga en la alegría de servir a Cristo y su Iglesia. Las pruebas y contradicciones acompañan al peregrino; también la tentación de abandonar. Pero no queremos abandonar la única columna: la Iglesia que marcha hacia el Santuario deseado.
Nuestra reunión es única. A veces inquieta, habla un idioma peculiar y se expresa con voz fuerte, pero tiene su lugar en la inmensa peregrinación de la cristiandad. Quiere proclamar a Cristo con sus pilares: Tradición, Cristiandad, Misión. Para algunos, estos son su vínculo vital con Jesús. Por ellos pedimos que se cumpla la promesa de Juan Pablo II a nuestra familia espiritual. Y el día que dejemos de proclamar a Cristo para hablar de nosotros, se nos prohibirá: lo habremos merecido.
“Todos en la Iglesia deben conservar la unidad en lo esencial. Pero que todos, según sus dones, disfruten debida libertad, en sus formas de vida espiritual, diferentes ritos litúrgicos o elaboraciones teológicas. En todo prevalezca la caridad…” (Vaticano II, Unitatis Redintegratio 4, §7).
Asociación Notre-Dame de Chrétienté
7 de junio de 2025
[1] Juan Pablo II, Motu proprio Ecclesia Dei, 2 de junio de 1988.
[2] Juan Pablo II, Motu proprio Ecclesia Dei, 2 de junio de 1988 y Memorándum de entendimiento del 5 de mayo de 1988.
[3] Y. de MONTCHEUIL, « La liberté et la diversité dans l’unité », dansL’Église est une, Hommage à Moehler, éd.P. Chaillet, París, Bloud et Gay, 1939, p. 252.
[4] Como el Magisterio ha repetido en múltiples ocasiones: CIC 2105 sobre la libertad religiosa; nota de la CDF del 7 de julio de 2007 sobre la «subsistit in«; la declaración «Dominus Jesus» de la CDF del 6 de agosto de 2000 sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia.
[5] J. RATZINGER, Ma vie, Souvenirs 1927-1977, París, Fayard, 1997, p.134-135.
[6] J. RATZINGER, Discurso al final de las conferencias litúrgicas de Fontgombault (22-24 de julio de 2001), publicado en Une histoire de la Messe, por un monje de Fontgombault, La Nef, 2003: «Para subrayar que no ha habido una ruptura fundamental, que la continuidad y la identidad de la Iglesia permanecen intactas, creo que es esencial mantener la posibilidad de celebrar según el antiguo Misal como signo de la identidad perdurable de la Iglesia. Esta es la razón fundamental para mí: lo que hasta 1969 era la liturgia de la Iglesia, lo más sagrado para todos nosotros, no puede convertirse después de 1969 – con un positivismo increíble – en la cosa más inaceptable […]. No cabe duda de que un rito venerable como el rito romano vigente hasta 1969 es un rito de la Iglesia, un tesoro de la Iglesia y, por tanto, debe ser conservado en la Iglesia».
VÍDEOS: LA MISA TRADICIONAL EN LA PEREGRINACIÓN PARÍS – CHARTRES 2025
Entre el sábado 7 y el lunes 9 de junio de 2025, tuvo lugar la 43.ª edición de la peregrinación tradicional de París a Chartres, organizada por la asociación Notre-Dame de Chrétienté. El evento congregó a 19 000 peregrinos, en su mayoría jóvenes, marcando un nuevo récord de participación.
La marcha comenzó en la iglesia de Saint-Sulpice, en París, y recorrió aproximadamente 100 kilómetros en tres días, hasta llegar a la catedral de Chartres el lunes por la tarde.
El recorrido se dividió en tres etapas: unos 40 km el sábado, otros 40 km el domingo, y cerca de 20 km el lunes. Cada noche se instalaron campamentos de gran extensión, de hasta 10 hectáreas, donde los participantes acampaban, recibían asistencia médica, comían y celebraban la liturgia.
Durante la peregrinación se celebraron 3 misas públicas según el rito Romano tradicional, y participaron más de 1 000 voluntarios, incluidos equipos médicos y miembros de la Orden de Malta. La peregrinación fue estructurada en “chapitres” o capítulos, agrupaciones temáticas o regionales, que marchaban con sus banderas y cantos propios.
El domingo se ofició una misa solemne, celebrada por Mons. Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), y transmitida por el canal de noticias francés CNews
El lunes la Santa Misa solemne fue presidida por el obispo de Chartres, Philippe Christory, quien anunció en su homlía que León XIV personalmente rezó por los Peregrinos de Chartres
A continuación, los vídeos de las Misas tradicionales celebradas durante la Peregrinación, retransmitidas en directo y publicadas por el canal de YouTube de la Organización: Notre-Dame de Chrétienté – Pèlerinage de Chartres
1º- SANTA MISA DE INICIO DE LA PEREGRINACIÓN EN LA IGLESIA DE ST. SULPICE DE PARÍS (SÁBADO 7 DE JUNIO)
2º- SANTA MISA SOLEMNE DE PENTECOSTÉS DURANTE LA PEREGRINACIÓN, CELEBRADA POR EL OBISPO SCHNEIDER (DOMINGO 8 JUNIO)
3º- SANTA MISA SOLEMNE DE CLAUSURA DE LA PEREGRINACIÓN Y PRESIDIDA POR EL OBISPO DE CHARTRES (LUNES 9 DE JUNIO)
LAS OPCIONES QUE LEON XIV DISPONDRÍA PARA LIBERALIZAR LA MISA TRADICIONAL
Extraemos de un artículo publicado recientemente por el vaticanista Edward Pentin, una serie de opciones que estarían disponibles para el nuevo Papa León XIV, quien en aras de lo afirmado en su discurso del balcón de la logia vaticana el pasado 8 de mayo de 2025, día de su elección, de tender puentes y sanar las divisiones existentes actualmente en la Iglesia, podría levantar las restricciones en relación con el rito Romano tradicional que estableció el motu proprio Traditionis Custodes de su antecesor.

¿Cuáles son entonces las opciones de que dispone el Santo Padre y cómo podría aplicarlas?
Según varios expertos en la materia consultados, todos coinciden en que el Papa debe tomar alguna medida y no dejar que la situación continúe como hasta ahora.
El escritor católico y experto en liturgia tradicional Peter Kwasniewski afirmó que, aunque no es bueno para la estabilidad de la Iglesia que haya «vaivenes continuos de un papado a otro», cree que el Papa León no tiene más opción que «revocar abiertamente» Traditionis Custodes.
Aseguró que suavizar su aplicación sin rectificar sus postulados «no hará desaparecer las falsedades subyacentes del documento», sino que más bien enviaría un «mensaje sutil de que ‘todo vale’». Propuso que, si el Papa León quisiera «salvar las apariencias», podría emitir otro documento que clarificara o ajustara Traditionis Custodes, en el que «devolviera esencialmente a los obispos su autoridad para aprobar la misa tradicional en latín y elogiara sus beneficios para los fieles que la aman por las razones correctas».
Otra opción, señaló, sería declarar: «Los últimos cuatro años han puesto de manifiesto las dificultades y sufrimientos ocasionados por la política de mi predecesor, y consideramos oportuno restaurar la política del Summorum Pontificum de Benedicto XVI».
La escritora católica y colaboradora del Register Amy Welborn también apoyó un posible retorno al Summorum Pontificum, diciendo que, aunque «no era perfecto», parecía estar funcionando. El Papa, sugirió, podría ofrecer «una declaración sencilla» diciendo que, en el contexto actual y teniendo en cuenta «las necesidades del momento», Traditionis Custodes ya no es útil, y que volver al Summorum Pontificum «sería un buen comienzo».
En línea con el enfoque misionero del Papa León y de la Iglesia, Welborn también cree que podría recordarse la convicción de Benedicto XVI, expresada claramente en su carta que acompañaba al Summorum Pontificum, de que «ambas formas son válidas». Podría hacer un llamamiento a la «caridad más profunda, quizá incluso sacrificial, por parte de laicos y clérigos para vivir esto en la vida eclesial, y que, sea cual sea la forma –y sea cual sea el rito, latino u oriental–, los católicos se nutran con alegría de Cristo en el don de la Eucaristía y se vean fortalecidos para salir al mundo, tan necesitado del amor de Cristo».
Una alternativa a volver al Summorum Pontificum podría ser una interpretación y aplicación vinculante de Traditionis Custodes, dijo Joseph Shaw, presidente de la Latin Mass Society del Reino Unido, quien aboga por un «documento breve» que devuelva la toma de decisiones a los obispos y permita a todos los sacerdotes celebrar la antigua misa en todas las iglesias.
Cree que eso «rebajaría mucho la tensión» y permitiría adaptarse a las condiciones locales, aunque reconoció que algunos obispos sentirían presión, ya fuera para permitirla o para prohibirla, por parte de ciertos fieles.
Otros prevén un posible distanciamiento gradual del tratamiento que dio Francisco a la antigua liturgia. Stuart Chessman, experto estadounidense en la misa tradicional, no prevé que la paz vuelva a la Iglesia «en un futuro cercano», pero se pregunta si esta «guerra de aniquilación contra el tradicionalismo», que considera en realidad una guerra contra su «propio patrimonio», puede «sostenerse a largo plazo».
Gestos y señales
Otras opciones mencionadas al Register para promover la unidad y sanar las divisiones provocadas por Traditionis Custodes incluyen que el Papa León realice gestos y señales más que emitir documentos o pronunciamientos. Estos podrían mostrar o dar a entender que es partidario de poner fin a lo que muchos consideran una «persecución» de la misa tradicional y adoptar en su lugar una actitud de paz, destacando la necesidad de reverencia y oponiéndose al vaciamiento de las tradiciones.
Esto podría incluir, según Shaw, permitir la TLM en la basílica superior de San Pedro o conceder su bendición apostólica a la popular peregrinación tradicional de Chartres, en Francia, programada del 7 al 9 de junio. Por segundo año consecutivo, esta peregrinación, muy valorada por los jóvenes fieles, ha sido desbordada por la participación y ha experimentado un crecimiento exponencial, lo que obligó a suspender temporalmente las inscripciones. La peregrinación ha sido objeto de oposición por parte de algunos miembros de la jerarquía debido a su creciente popularidad.
Otras sugerencias apuntan a que el Papa podría al menos insinuar su oposición, o incluso detener directamente las muy criticadas restricciones impuestas por el obispo Martin, que limitarían la TLM a una sola capilla a partir del 3 de octubre.
El Papa también podría optar por publicar los resultados de la consulta mundial a los obispos que dio lugar a Traditionis Custodes. El Vaticano afirmó que los resultados recopilados por la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe mostraban que la TLM era divisiva, pero fuentes internas y análisis independientes revelaron que los resultados no respaldaban de forma uniforme esa narrativa. Kwasniewski acogió con agrado la posibilidad de su publicación, afirmando que «sería motivo de alegría ver algo de esa ‘transparencia’ tantas veces prometida y pocas veces cumplida». Shaw fue más cauto, preocupado de que «podría reabrir viejas heridas».
En general, Kwasniewski es escéptico sobre la posibilidad de lograr unidad, dada, según él, «la profundidad del odio hacia la tradición» que existe entre «cierta generación y cierto tipo de progresista». Cree, no obstante, que lo que sí es posible es que León, a imitación de san Agustín, invoque el principio de «pluralismo armónico», reconociendo que «muchas buenas costumbres pueden florecer, según las necesidades diversas de los fieles».
Añadió: «Podría decir que la unidad no es uniformidad y que, por tanto, no hay problema alguno en que existan más de una forma del rito romano, del mismo modo que ya existe el uso zaireño o el rito del Ordinariato».
El comentarista católico tradicionalista estadounidense Michael Matt confía en que el Papa León comprenda que «lejos de ser un factor de desunión en la vida de la Iglesia, la misa en latín ha sido un poderoso elemento unificador». En declaraciones al Register el 1 de junio, Matt reconoció que algunos católicos tradicionalistas rechazan el Vaticano II y creen que la nueva misa es inválida, pero afirmó que estos «ya viven fuera de las estructuras diocesanas de la Iglesia y, por tanto, ni siquiera tienen la oportunidad de sembrar discordia a través de la misa en latín».
«Creo que, como sacerdote misionero, nuestro Santo Padre comprenderá la necesidad de escuchar a los tradicionalistas cuando le dicen que no rechazamos el Vaticano II ni creemos que la nueva misa sea inválida», dijo Matt, que dirige el periódico católico tradicional The Remnant. «Lo único que queremos es adorar a Dios conforme al bello patrimonio litúrgico que Su Santidad el Papa Benedicto XVI nos aseguró que era nuestro y que no debía arrebatársenos».
Algunos han señalado signos de que el Santo Padre es sensible a la tradición: se refiere a los Padres de la Iglesia, eligió el nombre de León, ha recuperado atuendos papales tradicionales que Francisco había descartado, domina el latín y ha hablado en favor del misterio, en lugar del espectáculo, en la liturgia –misterio que, en uno de sus primeros discursos, dijo que «sigue vivo» en las liturgias de las Iglesias orientales–. En un mensaje a los obispos franceses por la conmemoración de tres santos del país, pidió que las celebraciones «no evoquen simplemente una nostalgia por un pasado que podría parecer superado, sino que despierten esperanza e impulsen un nuevo dinamismo misionero».
El Papa León parece plenamente consciente de las «guerras litúrgicas» como parte de las divisiones y el sufrimiento actuales en la Iglesia. El 31 de mayo, durante una misa de ordenación celebrada en la Basílica de San Pedro, habló a los sacerdotes sobre la necesidad de «reconstruir la credibilidad de una Iglesia herida».
«No podemos condenar ni prohibir absolutamente el derecho legítimo y la forma de la liturgia latina», declaró el cardenal Müller a la agencia Associated Press el 13 de mayo. «Por su carácter, creo que [León] es capaz de dialogar con la gente y de encontrar una solución muy buena que sea beneficiosa para todos».
Edward Pentin
Publicado originalmente en el National Catholic Register y traducido al español por Infocatólica
HABEMUS PAPAM. LEONEM XIV
En la festividad de la Aparición de San Miguel Arcángel, ha sido elegido el Cardenal Roberto Francisco Prevost como 267º sucesor de San Pedro, Sumo Pontífice y Vicario de Cristo en la tierra.
Deo grátias!
Desde este grupo estable de fieles perteneciente a la archidiócesis de Sevilla, formado por Una Voce Sevilla y el Grupo Joven Sursum Corda, rezamos por el nuevo Papa León XIV, para que Jesucristo sea el centro de su pontificado, confirme a los hermanos en la fe católica, y devuelva la libertad al rito Romano tradicional.
Oremus por pontifice nostro Leonem XIV
Dominus conservet eum, et vivificet eum,
et beatum faciat eum in terra,
et non tradat eum in animam inimicorum eiu.
LA CARTA QUE UNA VOCE SEVILLA ENVIÓ AL PAPA FRANCISCO EN FAVOR DE LA MISA TRADICIONAL
A continuación, damos publicidad a la carta, fechada el 3 de abril de 2022, Primer Domingo de Pasión, que el grupo estable de fieles laicos de Una Voce Sevilla y el Grupo Joven Sursum Corda escribió al Papa Francisco con ocasión de la iniciativa de un grupo de madres de sacerdotes que peregrinaron desde París a Roma para entregar personalmente unas cartas y rogarle al Sumo Pontífice que liberalizara la celebración de la Misa tradicional después de la promulgación del motu proprio Traditionis Custodes en julio del año 2021, que tanto sufrimiento ha traído a los fieles que viven su fe en torno a la Liturgia tradicional. La iniciativa fue organizada por: La Voie romaine
Oremos para que el próximo Vicario de Cristo tenga a bien devolver a la Misa tradicional la libertad que necesitan sus fieles y esta comunidad.
COMUNICADO DE LA FIUV SOBRE LA MUERTE DEL PAPA FRANCISCO
Papa Francisco, requiescat in pace.
«Con la muerte del Papa Francisco, la FEDERACIÓN INTERNACIÓN UNA VOCE (FIUV), en representación de los laicos católicos vinculados a la Misa Tradicional en todo el mundo, hace un llamado a todos los católicos a rezar por su alma, como rezamos por él en vida.
Requiem aeternam dona ei Domone, et lux perpetua luceat ei.
También rezamos por los Cardenales electores, y por el sucesor del Papa Francisco, por la sabiduría en la guía de la Iglesia, y para que vean la contribución que la Misa Tradicional sigue dando a la evangelización de nuestras sociedades.
Instamos a todos nuestros simpatizantes a asistir a las Misas por el Papa Francisco y pro eligendo Summo Pontifice, y a hacer suya la Colecta de esta última Misa:
Te suplicamos muy humildemente como suplicantes, oh Señor, que tu ilimitada misericordia pueda dar a la santa Iglesia Romana un obispo cuyo cuidado amoroso hacia nosotros siempre te sea agradable, y pueda ser constantemente honrado por tu pueblo para la gloria de tu nombre por su gobierno benéfico. Por Cristo nuestro Señor.«.
Joseph Shaw. Presidente