EL CARDENAL RATZINGER Y LA CELEBRACIÓN DE LA MISA ORIENTADA HACIA DIOS

Jubileo Benito-36En torno al debate suscitado por las recientes palabras del Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cual ha realizado un llamamiento a sacerdotes y obispos para recuperar la orientación ad orientem o hacia Dios en la celebración de la Santa Misa, en pos de volver a entronizar a Cristo en el centro de la celebración litúrgica, y la nota aclaratoria publicada posteriormente por la Sala de Prensa de la Santa Sede,  traemos a colación unas palabras clarificadoras del Cardenal Ratzinger, actual Papa emérito Benedicto XVI, sobre el asunto:

«La orientación de la oración común a sacerdotes y fieles (cuya forma simbólica era generalmente en dirección al este, es decir, al sol que se eleva), era concebida como una mirada hacia el Señor, hacia el verdadero sol. Hay en la liturgia una anticipación de su regreso; sacerdotes y fieles van a su encuentro. Esta orientación de la oración expresa el carácter teocéntrico de la liturgia; obedece a la monición: «Volvamos hacia el Señor«. (Prefacio a la edición francesa de Joseph Ratzinger –actual papa emérito Benedicto XVI- al libro de Monseñor Klaus Gamber, ¡Vueltos hacia el Señor, Ed. «Renovación», Madrid, 1996).

 

«Para el cristiano que asiste regularmente a la celebración de la liturgia, los dos efectos más obvios de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio Vaticano II parecen ser la desaparición del latín y la colocación del altar cara al pueblo. El que lea los textos más relevantes de la Constitución conciliar no podrá menos de extrañarse de que ninguno de esos elementos se encuentre literalmente en los documentos del Concilio. No cabe duda de que el empleo de las lenguas vernáculas está permitido, sobre todo en la liturgia de la Palabra, pero la regla general que precede al texto conciliar dice literalmente: «Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular» (Sacrosanctum Concilium 36, 1). Sobre la orientación del altar de cara al pueblo, el texto no dice nada; ese detalle no aparece más que en las Instrucciones postconciliares. La directiva más importante se encuentra en el párrafo 262 de la Institutio Generalis Missalis Romani (Instrucción General sobre el nuevo Misal Romano), publicada en 1969, que dice así: «Es preferible que el altar mayor se encuentre exento, y no pegado a la pared, de modo que se pueda rodear fácilmente y celebrar el servicio divino cara al pueblo (versus populum)». Y la Instrucción General sobre el Misal, publicada en 2002, mantiene el texto inalterado, aunque añade una cláusula subordinada: «Lo cual es deseable siempre que sea posible». En muchos sectores, esta cláusula se interpretó como una manera de forzar el texto de 1969, para hacerle decir que, en adelante, era obligatorio colocar el altar de cara al pueblo, donde fuera posible. Sin embargo, esa interpretación fue rechazada el 25 de septiembre de 2000 por la Congregación para el Culto Divino, al declarar que el término expedit (= es deseable) no implicaba una obligación, sino que era sólo una sugerencia. La Congregación decía que la orientación material debe distinguirse de la espiritual. Aunque el sacerdote celebre versus populum, siempre tendrá que estar orientado hacia Dios por medio de Jesucristo (versus Deum per Iesum Christum). Los ritos, los signos, los símbolos y las palabras jamás podrán explicar de manera exhaustiva la realidad misma del misterio de la salvación. Por eso, la Congregación añade una advertencia contra cualquier postura unilateral y rígida en este debate.

Es una clarificación importante, porque da a entender lo que en las formas simbólicas externas de la liturgia es puramente relativo, y se opone al fanatismo que, por desgracia, ha sido tan frecuente en las controversias de los últimos cuarenta años. Al mismo tiempo, subraya el dinamismo interior de la acción litúrgica, que jamás podrá expresarse en su totalidad por medio de fórmulas puramente externas. Y esa orientación interior es válida tanto para el sacerdote como para el pueblo congregado; es una orientación hacia el Señor, es decir, hacia el Padre, por medio de Cristo, en el Espíritu Santo. De este modo, la respuesta de la Congregación aboga por un nuevo planteamiento más relajado en el que podamos encontrar la mejor manera de llevar a la práctica el misterio de la salvación. Y eso se conseguirá no con una condena recíproca, sino con una escucha atenta de los diversos pareceres y, lo que es más importante, con una apertura a la guía interna de la propia liturgia…» (Prólogo de Joseph Ratzinger –actual papa emérito Benedicto XVI- al libro de Uwe Michael Lang, Volverse hacia el Señor, Ed. Cristiandad, Madrid 2007, p 13-14).

 

Asimismo sobre el asunto, recomendamos la lectura del trabajo titulado: «¿La misa de espalda a lo fieles?», publicado en nuestra web y que puede descargar a continuación: LA MISA DE ESPALDA A LOS FIELES.J.M.Rodriguez

Y para terminar, publicamos algunas imágenes del Papa Francisco celebrando la Misa ad orientem o hacia Dios durante su pontificado, en concreto en la Capilla Sixtina y ante la tumba de San Juan Pablo II.

ARTÍCULO: EL MISTERIO DEL LATÍN

Pais_ECDIMA20150904_0017_21En esta ocasión, nos hacemos eco del interesante artículo sobre la Misa tradicional publicado el pasado 16 de mayo en el blog del diario EL PAÍS. Su autor, Rubén Amón, desde una «perspectiva agnostica» y cultural, nos narra su grata experiencia al asistir a una Misa «en latín» celebrada en Salzburgo (Austria).

A continuación, transcribimos el texto de dicho artículo:

El misterio del latín

Por: Rubén Amón

«Ayer me despertaron las campanas de la iglesia de San Sebastián en Salzburgo. Tanto tiempo sonaron y lo hicieron con tanta intensidad que atribuí al fenómeno el valor de una convocatoria. Me citaban las campanas. Me emplazaban a las misa de 9,30.

Conozco bien el templo de la Linzergasse porque su claustro aloja un cementerio de personajes ilustres. Ninguno tan enigmático como Paracelso. Ninguno tan sepultado de flores como Leopold Mozart, el padre del mesías. O como su otra hija, Nannerl.

Y no me gustan los cementerios. Ni me inspiran confianza las personas que encuentran en ellos sosiego y paz espiritual. «La pace dei sepolcri», objeta Posa a Felipe II cuando trata de recriminarle al rey las campañas militares contra los flamencos.

No me gustan los cementerios, pero tengo cariño al de San Sebastián. Una rosa siempre fresca, siempre viva, custodia la lápida de Paracelso. Como si el propio sabio suizo se las hubiera arreglado para recrear su leyenda de taumaturgo. Fue proscrito como un brujo y un curandero. Lo fue hasta que la propia Iglesia rectificó su diagnóstico. Igual que hizo la ciencia.

La Universidad de Salzburgo lo canonizó como a un clarividente y un pionero, aunque los honores no han alcanzado a atribuirle la transmutación del plomo en oro. Más difícil es convertir las cenizas en una rosa. Y la rosa de Paracelso -de la que hizo un cuento Borges- custodia su tumba como si la reanimara desde el más allá con el rocío.

Repicando y en misa estaba un servidor ayer. Porque acudí a la liturgia de las 9,30, no por razones de fe ni de costumbre, ni siquiera para implorar la curación de unos males en la garganta, sino porque el rito prometía un acontecimiento cultural.

Y lo fue. No ya por la instrucción musical de los salzburgueses. Por la cualificación del organista. Por la sensibilidad del coro aficionado. O por la voz de heldentenor que trasladaba el pater en el mascarón de proa del púlpito, sino por tratarse de un rito en latín, oficiado de espaldas a los feligreses, concebido según los criterios preconciliares.

La liturgia sugestiona el orden espiritual. La lengua muerta adquiere el impulso de la resurrección. Y deja en ridículo las razones prácticas que se han valorado en España para suprimir el latín y el griego de los planes educativos. No discuto la utilidad del chino. Lamento sólo que se pervierta el patrimonio cultural.

Y es una lástima que se haya degradado la resonancia metafísica del latín y que se haya profanado la liturgia con las contingencias parroquianas o parroquiales. Tanto se ha «acercado» la celebración, tanto se ha alejado el misterio. Se ha despojado a la misa de su proyección trascendental, de su esencia mistérica, no digamos ya cuando el patrimonio musical eclesiástico degenera en el estribillo del Señor, la barca, la orilla, Tú nombre y la búsqueda de otro mar, corrompiendo hasta la fe de los corazones más dispuestos.

Habla uno desde la perspectiva del agnóstico. Y de quien, no creyendo por hondas convicciones, acepta el placebo de la fe por el camino de la estética. Lo tiene escrito Thomas Mann en «La muerte en Venecia». La Belleza -en mayúsculas lo escribe Mann, en sentido aspiracional- es el camino del hombre sensible hacia el espíritu.

No se trata de entender la misa, sino de vivir el misterio. Y de aprovechar el oleaje de las lenguas antiguas para llegar a la tierra prometida. El Papa Ratzinger quiso demostrarlo cuando restauró la misa tridentina. Y lo malentendieron sus detractores. Pensaron que pretendía Benedicto XVI restaurar el Antiguo Régimen. Y nunca supieron que la ópera favorita del papa alemán era el «Don Giovanni» de Mozart».

Puede consultar el artículo orginal pinchando aquí.

Misa tradicional

PUENTE GENIL (CÓRDOBA): SÁBADO 02 JULIO VUELVE LA MISA TRADICIONAL

Escudo Puente GenilNos llena de gozo informarles que, el próximo sábado 2 de julio, a las 20:00 horas, en Puente Genil (Córdoba) volverá a oficiarse, después de más de cuarenta años, la Santa Misa según el Rito Romano tradicional o Forma Extraordinaria, de conformidad con lo establecido en el motu proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI.

El lugar de su celebración será el Santuario de Ntra. Sra. de la Concepción, Patrona de Puente Genil, sito en calle Madre de Dios, núm. 2.

La Misa será oficiada por el Rvdo. P. Fr. Joaquín Pacheco Galán, guardián del convento de Padres Franciscanos de Lucena (Córdoba), y promovida por la Asociación Una Voce Córdoba, en colaboración con el grupo joven de la Cofradía de la Purísima Concepción de Puente Genil.
El proprio de la Misa será el de festividad de la Visitación de Santa María Virgen, conforme al calendario litúrgico tradicional de 1962.
Esta iniciativa de nuestros amigos de Córdoba y Puente Genil es una muestra más de los frutos que está ofreciéndo el I Encuentro Summorum Pontificum Andalucía, celebrado recientemente en Montilla. Deo Gratias.
Rogamos encarecidamente la asistencia a tan importante evento.
UNA VOCE SEVILLA
Santuario Patrona Puente Genil
Patrona Puente Genil

MENSAJE DEL PRESIDENTE DE LA FIUV AL I ENCUENTRO SUMMORUM PONTIFICUM ANDALUCÍA

LOGO FIUVA continuación publicamos íntegramente el texto del mensaje dirigido por el presidente de la Federación Internacional Una Voce, el mejicano D. Felipe Alanís, en el marco del I Encuentro Summorum Pontificum Andalucía, celebrado el pasado 04 de Junio en la Basílica de San Juan de Ávila de Montilla (Córdoba), y en el que participaron las asociaciones y grupos de fieles de la Misa tradicional pertenecientes a las distintas diócesis de Andalucía (España). Este mensaje fue leído a los presentes como preámbulo por D. Juan Manuel Rodríguez, Secretario de dicha Federación, que actuó como moderador del coloquio: «Presente y futuro de la Misa tradicional en Andalucía» con el que concluyó el mencionado Encuentro.

Agradecemos muy sinceramente al presidente de la Federación Internacional Una Voce tan importantes palabras de aliento para la causa de la Misa según la forma extraordinaria en nuestra región, las cuales recomendamos encarecidamente su lectura y difusión:

«Estimados hermanos en Cristo:

Es para mi un gran honor que me permitan dirigirles un saludo en ocasión del presente Encuentro Summorum Pontificum Andalucía para el cual los encomendamos al amparo de nuestra amadísima Madre bajo el Misterio de la Inmaculada Concepción, a quien la Federación Internacional Una Voce esta consagrada especialmente.
En mi esperanza está el que los participantes de este evento encuentren en sus hermanos el aliento que nos da la compañía de quienes pelamos las mismas batallas. Y que mejor batalla que la que se lucha con espíritu de tenacidad pero también con Caridad y Fe para llevar la Fuente y Culmen de la vida espiritual que es la Santa Misa a quienes buscan un remanso de claridad, coherencia, paz y santidad en estos tiempos llenos de incertidumbre, confusión y superficialidad.
Así que trabajemos en esta intención de llevar la Santa Misa primero que nada para Mayor Gloria de Dios, y también para compartir fraternalmente este hermoso tesoro y barca segura a nuestros hermanos e hijos. De todo corazón los animo a no dejarnos envolver entre la amarga oscuridad que ocasiona la confusión y la lucha, por el contrario, recordemos siempre que es la Iglesia la que nos salva a nosotros y no nosotros a la Iglesia. La victoria de la Iglesia le pertenece a Cristo por medio de su Madre amadísima, rogémosle pues que se nos permita ser instrumentos suyos, primero en la santidad y luego en lo que su Providencia disponga para nosotros.
Mantengamos así nuestra dedicación enfocada en llevar el Santo Sacrificio de la Misa, en esta forma milenaria y perfecta a todos cuantos estén abiertos a escuchar la voz del Pastor. Valdrá siempre más una Misa que cien mil alegatos. Seamos tenaces porque no hay batalla que valga más la pena. Agradezcamos a Dios con alegría la oportunidad de poder estar en ella.
Que el Señor les bendiga en abundancia y les llene de Caridad, Fe y Esperanza para su apostolado.
Su servidor en Cristo:
Felipe Alanís Suárez
Presidente Foedeario Internationalis Una Voce.
México.
4 Junio 2016″
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JEREZ: DOMINGO 19 JUNIO INICIO MISA TRADICIONAL

Obispo Asidonia-JerezEl próximo 19 de junio, V Domingo después de Pentecostés,  se celebrará, a las 18:30 horas, la Santa Misa según el Rito Romano tradicional en la iglesia de San Juan de los Caballeros, sita en la Plaza Melgarejo nº 2 de Jerez de la Frontera.

Será la primera de una serie de misas mensuales que se celebrarán durante estos meses de verano antes de que en septiembre adquiera ya periodicidad dominical.

El sacerdote celebrante será el dominico Fray Xavier Català Sellés, quien en esta ocasión antes de la celebración dará una breve charla a los presentes sobre el tema: La Misa Tradicional desde el Concilio Vaticano II a nuestros días.

TELF. 654 208 390

Con el ruego de la asistencia y difusión de esta buena nueva para la Misa tradicional en Andalucía.

UNA VOCE SEVILLA
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HOMILÍA MISA TRADICIONAL I ENCUENTRO SUMMORUM PONTIFICUM ANDALUCÍA

A_MG_4705Nos llena de satisfacción publicar la homilía que pronunció Mons. Alberto José González Chaves, de la Diócesis de Córdboba, en la Santa Misa solemne celebrada con ocasión del I Encuentro Summorum Pontificum Andalucía, en la Basílica de San Juan de Ávila de Montilla (Córdoba), el pasado día 4 de junio, en el que participaron las asociaciones y grupos de fieles de la Misa tradicional pertenecientes a las distintas diócesis de Andalucía.

Nuestro más sincero agradecimiento a Mons. González Chaves por habernos remitido el texto de su homilía, y nuestra felicitación por una pieza oratoria que nos parece de excepcional calidad.

 

HOMILIA EN LA SANTA MISA VOTIVA DE SAN JUAN DE ÁVILA
I ENCUENTRO SUMMORUM PONTIFICUM
 
Montilla (Córdoba), 4 de junio de 2016. 12.30 h
 
 
Mons. Alberto José González Chaves,
Delegado Episcopal para la Vida Consagrada en la diócesis de Córdoba

Venerables hermanos en el sacerdocio, religiosos que asistís en el altar y carísimos hermanos todos en el Corazón Eucarístico de Jesús:

«Messor eram«, reza el epitafio del primitivo sepulcro del Maestro Juan de Ávila. En esta Basílica Pontificia está la lápida donde podemos leerlo. «Messor eram«: «fui segador». La semilla que el Santo Doctor lanza a voleo sobre el campo de la Iglesia sigue llegando hasta nuestra besana y hoy somos nosotros el surco en que fructifica, tímida pero real y gozosamente. Porque con la sementera de esa mies, que es la de Cristo, Juan de Ávila nos atrae hoy a esta su casa. Somos un grupo… suficiente. Si un alma -decía San Carlos Borromeo- vale tanto como una diócesis, aquí estamos un buen puñado, deseosos de que no se malogre, por la aridez, senara cultivada por tan buen labrador.
Comencemos esta plática de amigos haciendo conmemoración agradecida de alguien a quien queremos mucho y debemos mucho…
«Cuando el mundo en su conjunto se convierta en liturgia de Dios, cuando en su realidad se convierta en adoración, entonces habrá llegado a su meta, entonces será sanado y salvado». Son palabras de nuestro inolvidable Benedicto XVI en la misa de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio de 2008. Nosotros, parte del mundo, hijos de nuestra época, queremos, necesitamos experimentar el gozo, vivir del gozo de ser liturgia, adoración viviente del Dios vivo, Lux et origo, Fons omnis sanctitatis. Ello es lo que nos convoca hoy aquí. En ambiente de Cenáculo y al calor de la Eucaristía, preguntémonos: ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿Por qué hemos venido hoy hasta aquí?
1. Somos personas de diversas edades, condiciones, estados, procedencias… con un denominador común: ¡somos católicos! Somos discípulos de Jesucristo y como Él, que lo penetra todo, lo conoce e invade todo, queremos ser universales, con la fresca y perenne apertura del Evangelio. Somos hombres y mujeres pecadores, pero con un gran deseo de ser fieles a la doctrina, a la moral y a la liturgia de aquella Madre y Maestra que nos ha engendrado y en cuyo seno nos alimentamos y vivimos: Unam, sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam! Y porque somos católicos nos estimula y fortalece, nos asegura y nos gusta sentirnos en comunión afectiva y efectiva con los sucesores de los Apóstoles, nuestros obispos: cum omnibus orthodoxis atque catholicae et apostolicae fidei cultoribus. Y con la Cabeza visible de la Iglesia, el Papa de Roma, salvaguarda de la fe y de la unidad en la caridad.
Quienes estamos aquí somos personas que, sabiéndonos acechadas por los tres enemigos del alma (el mundo, el demonio y la carne), necesitamos asirnos a lo permanente y trascendental: la unidad, la verdad, la bondad y la belleza, que nos remiten al SER inmutable y subsistente en Sí mismo y que nos ayudan a entender la condición real de todo cuanto existe.
Ahítos de modas fugaces, desengañados de los señuelos del relativismo dictatorial y de las martingalas de lo políticamente correcto, queremos convencernos cordialmente de que la única divisa que prevalece cuando todo pasa, sicut nubes, quasi naves, velut umbra, es la de la Santa de la Raza: Sólo Dios basta. Somos, pues, deseamos, necesitamos ser buscadores de Dios, a Quien descubrimos en la hermosura de la creación y en la risa de un niño, en una encíclica pontificia y en la conversación amigable con alguien que se dice agnóstico, en los problemas y en las alegrías de la familia y en las vidas de los santos, en la lectura de la Biblia y en el prójimo menesteroso que aguarda nuestras obras de misericordia espirituales y corporales. Somos buscadores de Dios Uno y Trino, ante cuya Majestad nos arrodillamos, y temblamos, y lloramos cantando en la Sagrada Liturgia. Así somos quienes estamos hoy aquí.
2. Aquí, en Montilla, que parece ser el polo de atracción de los amigos de la Liturgia Tradicional que, de todos los puntos del mediodía español, buscamos uno equidistante para concitarnos, una voce dicentes: Sanctus, Sanctus, Sanctus. Este sería el motivo logístico. La antigua Montulia, desde hace casi cuatro siglos noble Ciudad de Montilla, es el corazón geográfico de esta Andalucía que sabe tanto de amores eucarísticos y marianos, y que convierte constantemente sus campos y mares, sus montañas y marismas, sus calles y plazas, en catedrales a cielo abierto donde no hay límites ni sitios reservados porque el fervor de las multitudes arrasa lo preestablecido para aclamar a su Cristo y a su Virgen.
Pero hay otro motivo, y acaso más potente, que nos convoca en Montilla. Esta fue, durante sus últimos 15 años, la patria chica de un santo grande. Aquel ante cuyos restos benditos hemos venido a postrarnos hoy. Aquel que es el más reciente Doctor de la Iglesia, aunque ya era reconocido como tal en su siglo XVI. Aquel que en la incomparable centuria dorada de nuestra España fue “padre de santos sin par y de almas seguro mentor”. Aquel a quien, si se hubiera resuelto a entrar en la joven Compañía de Jesús, el Patriarca Ignacio de Loyola habría ido a buscar en andas para llevarlo como al Arca del testamento. Aquel a quien vino encontrar en Montilla Juan de Dios, el loco de la caridad, y al que hasta Montilla tuvo sumo interés la Madre Teresa de Jesús en hacerle llegar el manuscrito del libro de su vida, porque en viéndolo y aprobándolo el Maestro Ávila quedara ella tranquila. Parece que al demonio le pesa que vea el libro ese santo… No querría que se muriese sin verlo. Juan de Ávila es un hombre de fuego, eco de Pablo, trasunto en nuestra patria de los Crisóstomos y Agustinos. En la fuente cristalina y cristocéntrica del Santo Maestro beberán los Borromeos, Sales, Ligorios, Claret y mil más. Sus aguas vivificantes, por evangélicas, llegan hasta la Iglesia de nuestros días, porque Ávila no es sólo, lo cual ya sería suficiente, el celestial Patrono del clero secular español, proclamado así por la Santidad de Pío XII en 1946, sino que es, por la gloria de su Doctorado, maestro universal para los católicos todos, sea cual fuere su misión en la Iglesia. Si el Santo Maestro tiene el Doctorado en el amor a Jesucristo y en el celo por las almas, lo posee particularmente como heraldo de la Eucaristía. Pegan fuego sus «Tratados sobre el Santísimo Sacramento», en los que se enardece hablando de la procesión del Corpus Christi, los efectos santificadores de la Sagrada Comunión, o los frutos de la Santa Misa. Baste evocar el conocido episodio sucedido a sólo unos metros de donde nos hallamos, en su querido monasterio de Santa Clara, donde había ingresado su hija de confesión, la santa condesa doña Ana Ponce de León. En una de las visitas del Padre Ávila a dicho convento, como observase que un clérigo celebraba el Santo Sacrificio con poca reverencia y evidente precipitación, se acercó delicadamente, como a enderezar una vela que estaba algo caída, en gesto que pudiera servir de disimulado envoltorio al susurro que deslizó en el oído del sacerdote: «Trátelo bien, que es Hijo de buen Padre». Tal fue el anhelo vitalicio de San Juan de Ávila: mimar a Cristo en la Eucaristía, acariciarle en el Sacrificio, poner sobre su Cuerpo victimado el beso de la fe y la adoración. La Misa fue su pasión, el sacrificio del altar, su vida toda. Así exhortaba a otro sacerdote: «Sea el altar su deseo, su gozo y descanso, como el nido para el pájaro». A un tercero enseña en una carta «cuál será el mejor aparejo y cuál consideración más provechosa para llegarse a celebrar». Sus reflexiones a este tenor pueden sernos de grande provecho: «¿Quién no tiembla de amorosa reverencia -pregunta el Santo Maestro- de Aquel de quien tiemblan los poderes del cielo, y no de ofenderle, sino de alabarle y servirle? ¿Quién no se confunde y gime por haber ofendido a Aquel Señor que presente tiene? ¿Quién no confía con tal prenda? ¿Quién no se esfuerza a hacer penitencia por el desierto con tal viático?… Importúnele que no permita El que esté vuestra merced en presencia de tan alta Majestad sin reverencia, amor y temblor… Mire a los que están delante de los reyes, aunque no digan nada: aquélla mesura, reverencia y amor con que están, si están como deben…»
Estas consideraciones de nuestro Doctor nos introducen en la tercera de las preguntas que comenzábamos formulando.
3. ¿Por qué estamos nosotros aquí? Porque necesitamos elevar nuestros corazones a Dios. Si consurrexistis cum Christo, quae sursum sunt quaerite, ubi Christus est ad dexteram Dei sedens,quae sursum sunt sapite. Nosotros queremos vivir de ese SURSUM. Y sabemos que la liturgia nos transporta a esta elevación al Dios de la vida. La liturgia nos lanza a la consecratio mundi, sublime y apasionante misión de todo bautizado. Ello es así, sólo puede ser así, porque la liturgia no es acción humana, sino, como nos recordó el último Concilio, ejercicio del Sacerdocio de Cristo. Por eso no vemos, no podemos ver contradicción alguna entre los dos usos actuales del único rito romano que, según Benedicto XVI, son expresiones igualmente válidas de la misma lex orandi de la Iglesia, y que por eso no pueden llevar en modo alguno a una división de la lex credendi. Quienes lo entendieran diversamente no habrían penetrado suficientemente en el criterio hermenéutico de la reforma en la continuidad del citado Concilio. La celebración de la Santa Misa en su Forma extraordinaria no supone, pues, ni una marcha atrás en la reforma litúrgica (que, por otra parte, no ha sido la que propugnó el Vaticano II, si nos atenemos a sus documentos) ni mucho menos de una concesión a ciertos grupúsculos de nostálgicos. El Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de julio de 2007, fue una sabia decisión brotada de la inteligencia superior de un Papa teólogo que conoce y ama la liturgia y sabe que en ella no hay rupturas, sino proceso orgánico y sereno. Gracias a ello podemos, con toda naturalidad, celebrar en el venerable rito en que lo han hecho durante 1500 años, todos los sacerdotes santos, también Juan de Ávila. Y de este modo se favorece (no se recupera) el sentido de la adoración, el protagonismo del misterio, el ambiente de sacralidad, el sonido del silencio, la centralidad de la Cruz, la teología eucarística del Sacrificio, la orientación de sacerdote y fieles versus Deum, el uso de la solemne y atemporal lengua latina, la belleza del canto gregoriano…
Ha llegado el tiempo de las minorías creativas. Nos lo recordaba con frecuencia nuestro amado Benedicto XVI. Pero no se trata de la creatividad snobista de las cosas raras, de los descubrimientos aparatosos y noveleros, sino de la creatividad de la santidad, de la oración, de la misericordia; de la creatividad del primado de Dios, que debe ser siempre recreado en nuestro mundo, reencontrado en el corazón de cada hombre. No hablamos de una creatividad que no interpreta la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium desde la primacía de la adoración.
Un hombre de Dios, el cardenal Robert Sarah, querido por el Sumo Pontífice al frente del Dicasterio que vela por la pureza de la Liturgia, ha dicho recientemente en un best seller (traducido en pocos meses 13 lenguas, la última el ruso), cuyo título, “Dios o nada”, es rotundamente expresivo:

“Por desgracia, nada más concluir el Concilio, la Constitución sobre la liturgia no se comprendió a partir del primado fundamental de la adoración, de la humilde genuflexión de la Iglesia ante la grandeza de Dios, sino más bien como un libro de recetas. Vimos a toda clase de creativos y animadores que buscaban más bien artimañas para presentar la liturgia de modo atrayente, más comunicativo, implicando cada vez a más gente, pero olvidando que la liturgia está hecha para Dios. Si Dios se convierte en el gran ausente, podemos llegar a toda clase de desviaciones, desde las más triviales a las más abyectas. Benedicto XVI ha recordado con frecuencia que la liturgia no puede considerarse una obra de la creatividad personal. Si hacemos una liturgia para nosotros mismos, se aleja de lo divino: se convierte en una representación teatral ridícula, vulgar y aburrida. Y se desemboca en liturgias que parecen operetas, fiestas dominicales para divertirse y disfrutar juntos… Después de la celebración eucarística, los fieles vuelven a casa sin haberse encontrado personalmente con Dios y sin haberle escuchado en lo más íntimo de su corazón. Falta ese cara a cara con Dios contemplativo y silencioso que nos transforma y nos devuelve las energías que permiten revelarlo a un mundo cada vez más indiferente a las cuestiones espirituales. El centro del misterio eucarístico es la celebración de la Pasión, de la dolorosa muerte de Cristo y de su Resurrección: si ese misterio queda ahogado por largas ceremonias ruidosas y recargadas, hay que temerse lo peor. Algunas misas son tan bullangueras que no difieren mucho de una feria de pueblo. Es necesario volver a descubrir que la esencia de la liturgia quedará eternamente marcada por el deseo de la búsqueda filial de Dios».

A eso hemos venido nosotros hoy a Montilla: a buscar filialmente a Dios nuestro Padre, insertándonos en la humilde genuflexión de la Iglesia, adorante esposa enamorada, ante la grandeza del Dios vivo. Queremos sentir hoy en Montilla la urgencia de la creatividad de la santidad; esa creatividad en la que Dios ocupa el centro, en la que Jesucristo es el gran Liturgo porque las ansias redentoras de su Corazón se traducen en el ejercicio sempiterno de un Sacerdocio que nos salva.
Según el Novus Ordo hoy habríamos celebrado la memoria (pobre rango…) del Inmaculado Corazón de María. Es el símbolo del amor y de la reparación de nuestra Madre Inmaculada, que nos dice a nosotros hoy, como ayer dijera a Lucía de Fátima: «Mi Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios». Son tiempos difíciles y convulsos los nuestros, tiempos apasionantes. Nuestro refugio es el pecho dulcísimo de la Señora. Sintamos la ilusionante obligación de ser optimistas, recordando la promesa de Jesucristo a Santa Juliana de Norwich: «All shall be well!» Miremos a María. Acurruquémonos en su Corazón. Y cuando, por el fragor de la tempestad, nos amenace la tentación del miedo, la más diabólica de todas, escuchemos a la Mujer que ha vencido al dragón. Ella nos dice, sonriendo: «Al fin, mi Inmaculado Corazón triunfará».
Fuente: Una Voce Córdoba