Comunión y Acción de gracias.

La Eucaristía (La Santa Hostia) es Jesucristo vivo, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, que se hace presente cuando el sacerdote consagra el pan y vino en la Santa Misa. Estos elementos se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Recibir la Eucaristía (Comunión) es recibir a Jesucristo. La Eucaristía, explica el Papa León XIII, contiene "en una variedad de milagros, todas las realidades sobrenaturales." (Encíclica Mirae Caritatis)

A la celebración ha de seguir la acción de gracias [...]. ¡Cuántos libros de piedad exhortan e inculcan la acción de gracias después de la Misa; pero, ¿cuántos son los sacerdotes que la dan? [...] La acción de gracias después de la Misa no habría de terminar sino con el día [...]. El tiempo que sigue a la Misa es tiempo de negociar con Dios y de hacerse con tesoros celestiales de gracias. San Alfonso Mª de Ligorio. Misa y oficio atropellados, 1. c., pp. 422-423

No saldréis de la iglesia al momento de terminar la santa Misa, sino que os aguardaréis algunos instantes para pedir al Señor fortaleza en cumplir vuestros propósitos. Santo Cura de Ars. Sermón sobre la Comunión.

“Cuántos años comulgando a diario! -Otro sería santo -me has dicho-, y yo siempre igual!
-Hijo -te he respondido-, sigue con la diaria Comunión, y piensa: ¿qué sería yo, si no hubiera comulgado?”
“Comunión, unión, comunicación, confidencia: Palabra, Pan, Amor.”
“Comulga. -No es falta de respeto. -Comulga hoy precisamente, cuando acabas de salir de aquel lazo. -¿Olvidas que dijo Jesús: no es necesario el médico a los sanos, sino a los enfermos?”
Camino 534,535,536. San Josemaría Escrivá de B.

 

 

Contempla a Jesús que dándote su cuerpo, te dice: “toma y come, éste es mi Cuerpo”. Dios mío haz que te reciba siempre dignamente.

 

                             ¿Qué es comulgar?

 

-Es tener la dicha incomprensible de recibir a Jesucristo real y sustancial…

-Es la dignidad de albergar personalmente en nuestra humilde morada al Hijo de María Inmaculada…

-Es ser rico con todas las riquezas del Hijo de dios hecho hombre...ser dueño de su cuerpo, alma, divinidad y meritos infinitos…

-Es juntar, con la union mas infinita, nuestro corazón con el Corazón de Cristo para divinizarlo con este sagrado contacto…

¡Que dicha es comulgar diariamente!

 

¿Cómo te preparas para recibir al Dios de tu corazón, y al Corazón de tu Dios?

 

-¿Adornas tu corazón con afectos de humildad y de confianza… con actos de virtudes de fe, esperanza y caridad?...

-¿Huyes y evitas con todo cuidado los menores defectos e imperfecciones?...

-¿Tienes hambre espiritual de recibir a Jesús?... ¿?ansias juntar tu corazón al de Jesús para transformarte en El?

-¿Meditas quién es Jesús… a qué viene a tu alma… qué exige de ti… qué debes tu ofrecerle?...

Jesús yo creo que estas en el sacramento del Altar. Te amo, te adoro, y deseo mucho recibirte. Dame a conocer quién soy y quién eres Tú, para recibirte dignamente.

 

¿Qué haces luego de comulgar?

 

-¿Adoras a Dios?... ¿Le das las gracias?... ¿Pides mercedes?... ¿le ofreces cuanto eres y vales? ¿Cuál es el primer saludo que diriges a Dios?...

-¿Cierras los ojos del cuerpo para que ;as cosas exteriores no te distraigan?

-¿Llamas a todos tus sentidos y potencias a fin de que rindan sus homenajes y se ofrezcan al servicio de Aquel que los creo?

-¿Qué haces…qué dices…qué piensas… qué deseas?

No debes perder momento de ocasión tan oportuna, pues en un instante, si sabes negociar bien con jesus, puedes hacerte rico con todas las riquezas de Dios …

 

¡Qué tiempo para merecer! Basta una comunión para hacerte santo…

 

Mira a Jesús en tu corazón como Rey en su trono, que con las manos llenas de gracia te dice con amor: ¿Qué quieres que haga?... Yo he venido a ti, para hacerte feliz, compadecido de tus miserias… Pide, pide cuanto necesitas, que todo te lo daré… Me he dado a Mi mismo: ¿cómo podré negarte mis cosas?

 

 

                                     Comulgaré a menudo preparándome antes con gran fervor, y dando gracias después por espacio de un cuarto de hora por lo menos.

 

(Del libro: “Cuarto de Hora de oración.” Del  Beato Enrique de Ossó.)

 

 

 

La acción de gracias una realidad perdida y desconocida.

 

-Veo en la mayoría de las iglesias, donde he oído Misa y comulgado que casi nadie, permanece en el templo luego de acabada la celebración para dar las gracias. Después de la invitación “podéis ir en paz”; lo que sería nuestro “Ite Misa est”  todos como por arte de magia desaparecen rápidamente sin permanecer apenas unos segundos de meditación; cuando no lamentablemente, permanecen en la iglesia la que vuelven un mercado persa con sus conversaciones y saludos, molestando entonces a los poquísimos que intentan dar las gracias. Que ha sucedido, ¿Ya no tiene sentido la acción de gracias después de la comunión?

 

Me gusta muchísimo esta pregunta, pues servirá la respuesta para encausar el comportamiento de mas de uno. Su fondo lo considero de vital importancia; ya que trata de interiorizar la liturgia.

A menudo las celebraciones según el “ Novus Ordo”, son como un aluvión de palabras continuas que no acabamos de asimilar e interiorizar. Incluso esto puede suceder con el que es la Palabra por excelencia, Jesucristo Ntro. Sr.; al que recibimos en la Sagrada Comunión.

Recuerdo que los devocionarios “ antiguos” –hoy mas que nunca actuales, pues dan respuesta a una necesidad nunca superada; ¡líbrenos , Dios!, además que instruían perfectamente sobre como actuar y que decir o hacer a cada momento, sin riesgos de omisión- insistían en los actos de preparación para la comunión y de acción de gracias fervorosa para después de la misma. De hecho la liturgia bien celebrada, según la mente y el querer de la Iglesia prevé y supone estos momentos mas personales e íntimos de silencio y interiorización.

Pero…. Caballero Don Silencio, era un señor muy distinguido que después del Concilio no fue mas a la Iglesia…

Por desgracia el ambiente frenético del siglo a penetrado no solo en nuestras modernas celebraciones sino que ha penetrado en quienes le celebran y asisten a ellas. La recepción activa, consciente y fructuosa de la Sagrada Comunión creo que continua exigiendo aquellos actos de union y “compunción”  amorosa de preparación y acción de gracias que contenían los legendarios misalitos de Misa.

Es conveniente después de comulgar o inmediatamente después de la Misa atender como merece al Divino Huésped que hemos recibido. De hecho, la comunión perfecciona nuestra participación en el sacrificio eucarístico.

Es verdad que Cristo se nos da como alimento, pero se trata de un alimento que solo se asimila en comunión interpersonal de vida y amor con Jesús mismo. Es edificante ver como el santo Padre celebra la Misa. Incluso en las grandes ceremonias se le ve el esfuerzo constante por interiorizar  y vivir lo que celebra. Estos -debidos, necesarios e imprescindibles- momentos después de comulgar, que no son sino momentos de coloquio intimo con el Señor, a imitación del apóstol San Juan que reposa en el regazo, esto es sobre el pecho descubierto de Jesús, en la Ultima Cena, son momentos que hacen mucho bien si se saben vivir. Incluso me atrevería a decir que estos momentos de acción de gracias después de la recepción de la sagrada Comunión es una necesidad que tenemos para vivir realmente la celebración del Santo Sacrificio de la Misa, aunque de ella no dependa exclusivamente su eficacia, ni su verificación en nosotros.

Me gusta poner un ejemplo a los niños de la catequesis el cual también es valido para los adultos. Les digo: Imaginad que un día Jesús decide visitaros en casa. ¿Le dejaríais solo en un salón mientras vosotros volvéis a vuestros juegos?  ¡No!!!, dicen a voces…  una maravilla que ellos lo comprendan mejor que muchos adultos. Pues bien cuando cristo nos invita en la Sagrada Comunión y nos acerquemos a recibirlo , es como si viniera a nuestra casa y , mas aun porque viene a morar en nuestra alma. Entonces hay que la rodearlo y colmarlo de nuestro amor y afecto, conversar con el como quien lo hace con el mejor de los amigos.

Tal vez esta reflexión ayude  a muchos lectores a redescubrir la belleza de Acción de Gracias personal después de comulgar.

 

 

 

“Cuando recibas al Señor en la Eucaristía, agradécele con todas las veras de tu alma esa bondad de estar contigo.
-¿No te has detenido a considerar que pasaron siglos y siglos, para que viniera el Mesías? Los patriarcas y los profetas pidiendo, con todo el pueblo de Israel: que la tierra tiene sed, Señor, que vengas!
-Ojalá sea así tu espera de amor.
                                                

 

 (Forja 991. San Josemaría Escrivá de B)

 

 

 

“Quien visita a Jesús Eucaristía y se aconseja con El,

 en todas sus necesidades, quien se deja purificar por la fuerza divina

 que mana del sacrificio del Altar y

se ofrece a si mismo al Salvador con este sacrificio;

quien en la Comunión lo recibe en lo mas hondo del alma

ése se sentirá atraído mas y mas hacia la corriente de la vida eterna,

crecerá en el Cuerpo místico de Cristo,

y su corazón se configurará de acuerdo con su Corazón.”

 

Santa Teresa Benedicta de la Cruz.

Edith Stein.

La Comunión Espiritual.

 

La Comunión Espiritual es según enseñan los santos es un acto de deseo inmenso de recibir a Jesucristo en la Sagrada Comunión cuando se está impedido uno de recibirle sacramentalmente.

”Qué fuente de gracias es la Comunión espiritual! -Practícala frecuentemente y tendrás más presencia de Dios y más unión con El en las obras.”

 

Creo Jesús mío que estas en los cielos, y en la tierra verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo y adoro con todas las fuerzas de mi corazón, y deseo recibiros en mi alma, mas como ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, a lo menos os suplico que vengáis espiritualmente a mi corazón. Como si os hubiese recibido os abrazo y uno del todo a Vos. No permitáis, Señor, que jamás me separe de Ti.

 

Oraciones para antes y después de la  Santa Misa

 

Oración de preparación para antes de comulgar.    (Santo Tomas de Aquino)

Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra.

Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Ángeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma.

Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento !Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros.

!Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Oración de Acción de Gracias para después de la Santa Misa.   (Santo Tomas de Aquino)

Gracias os doy, Señor Dios  Padre Santo, todopoderoso, y  eterno, porque a mí, indigno pecador siervo vuestro, sin mérito alguno de mi parte, sino por pura concesión de tu misericordia, te has dignado alimentarme con el precioso Cuerpo y Sangre de tu Unigénito Hijo mi Señor Jesucristo. Te suplico, que esta Sagrada Comunión no me sea ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi voluntad, muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos, y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad, y de todas las virtudes: sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo, único y verdadero Dios, y sello de mi muerte dichosa.  Te ruego, que tengas por bien llevar a este pecador a aquel convite inefable, donde Tú, con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus santos luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha consumada y felicidad perfecta.  Amén.

 

Acto de deseo

 

Venid ¡Jesús mío! mi vida y mi amor, venid a mi pobre corazón; venid y colmad mis deseos; venid y santificad mi alma; venid a mí, ¡dulcísimo Jesús! Venid.

 

Acto de Fe

¡Señor mío Jesucristo!, creo verdaderamente que estás dentro de mí con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, y lo creo más firmemente que si lo viese con mis propios ojos.

 

Acto de Adoración

¡Oh, Jesús mío!, te adoro presente dentro de mí, y me uno a María Santísima, a los Ángeles y a los Santos para adorarte como te mereces.

Acto de Acción de Gracias

¡Jesús mío!, te doy gracias, de todo corazón, porque has venido a mi alma. Virgen Santísima, Ángel de mi guarda, Ángeles y Santos del Cielo, dad por mí gracias a Dios Ntro. Sr.

 

Acto de caridad

!Oh Jesus! Dios mio, te amo cuanto sé y puedo, y deseo amarte cuanto mereces.

Haced que os ame sore todas las cosas y por toda la eternidad.

 

Acto de esperanza

¡Oh, Jesús mío!, ya que has venido a mi alma, espero que no te apartéis jamás de mí, antes permanezcas siempre conmigo con tu divina gracia.

 

Alma de Cristo.
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me separe de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén

Oración de entrega
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Vos me disteis, a Vos, Señor, lo devuelvo.
Todo es Vuestro: disponed de mí según Tu Voluntad. Dadme Tu  Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.

A Jesús Crucificado.

Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado ante tu presencia soberana, reconociendo mi nada y pobreza y al mismo tiempo vuestro poder y majestad: te ruego, con el mayor fervor, imprimas en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis culpas y firmísimo propósito de enmienda;  mientras, con el mayor afecto y compasión de que soy capaz, voy considerando y contemplando tus cinco llagas, teniendo presente lo que de Ti, oh buen Jesús, dijo el profeta David: "Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos."


Por las intenciones del Papa.
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.

Requisitos para recibir la Comunión:
a) Ser Católico practicante. Vivir según exige la Iglesia y encontrarse en comunión de fe e ideales con ella.
b) Estar en gracia de Dios. Para lograrlo hay que confesar todo pecado mortal.
c) Guardar el ayuno eucarístico. Abstenerse de comer y beber por una hora antes (agua y medicinas están permitidas).

d) Para los casados haber contraído matrimonio por la Iglesia.


Los principales efectos que produce la Santísima Eucaristía en quien dignamente la recibe son:

-Conserva y aumenta gracia santificante en el alma,

-Perdona los pecados veniales y preserva de los mortales.
- Trae consigo espiritual consolación.
- Debilita nuestras pasiones, y en especial, amortigua las llamas de la concupiscencia.
- Acrecienta el fervor de la caridad con Dios y con el prójimo y nos ayuda a obrar conforme a los deseos de Jesucristo.
- Nos da una prenda de la futura gloria y de la resurrección de nuestro cuerpo.

 

Eucaristía bajo las dos especies

Se refiere a la Comunión, cuando se imparte la Sagrada Hostia y el Cáliz. El sacerdote siempre comulga bajo las dos especies y en algunas circunstancias también es permitido a los fieles. 

La Comunión tiene una forma mas completa como signo cuando se administra bajo las dos especies. Pero hay que recordar que:

Quien recibe solo la Hostia recibe a Jesucristo completo: Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. (Ver la doctrina de Concomitancia)

Al recibir bajo las dos especies no se recibe ni mas ni menos a Jesucristo. Solo la forma de recibir es diferente. 

Aunque se permita recibir bajo las dos especies, no es obligatorio ni necesario para comulgar bien.

Las circunstancias en las que a los fieles se les permite recibir la Comunión bajo las dos especies están reguladas por la Instrucción General del Misal Romano n. 242. La conferencia de obispos tiene el poder de decidir la extensión y las condiciones en que los obispos pueden permitir la Comunión bajo las dos especies en ocasiones especiales para la vida espiritual de cualquier comunidad o grupo de fieles. 

En los Estados Unidos, el Ordinario puede permitir la Comunión bajo las dos especies con las siguientes excepciones:  

Misas al aire libre donde muchos van a recibir.

Misas donde van a recibir tantos que sería difícil la Comunión bajo las dos especies en forma reverente y ordenada.

Misas en que la congregación es tan diversa que es difícil saber si los presente han sido instruidos lo suficiente sobre como recibir la comunión bajo las dos especies.

Cuando las circunstancias no permiten asegurar la necesaria reverencia hacia la Preciosa Sangre, tanto durante como después de la celebración. 

La comunión, sea la Hostia o el Cáliz, siempre debe recibirse de un ministro de la Eucaristía.

¿Por que no dan la comunión bajo las dos especies en todas las parroquias?

Primero, el obispo ordinario debe haber dado permiso. Pero aunque sea dado, al no ser obligatorio sino permitido, el párroco debe discernir lo que considere mas apropiado en su parroquia. En las parroquias modernas, donde hay grandes diferencias en la formación y práctica de la religión entre los feligreses, no es fácil asegurarse que la Preciosa Sangre reciba la reverencia que merece. También hay que tomar en cuenta el problema de higiene cuando muchas personas ponen sus labios en el mismo cáliz y algunos permiten que su saliva caiga dentro del cáliz. 

 

*Concomitancia

Etim: del latín: concomitantia, acompañar.

La doctrina que explica por que el Cristo completo está presente bajo cada especie Eucarística. Cristo es indivisible; Su Cuerpo es inseparable de Su Sangre, de Su Alma humana, Su Naturaleza Divina y Su Persona Divina.  De esta verdad se deduce que Jesús esta enteramente presente en la Eucaristía.  

El efecto específico de la primera Consagración en la Santa Misa es solo la sustancia de Su Cuerpo. Su Sangre, Alma, Divinidad y Persona se hacen presentes por la conexión inseparable que tienen con el Cuerpo (concomitancia).

El efecto específico de la segunda Consagración es la Preciosa Sangre de Jesús. Pero por concomitancia, Su Cuerpo y todo su ser también están presentes.

 

Por amor a la Eucaristía

Unos meses antes de su muerte el Obispo Fulton J. Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: "Obispo Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo. ¿Quien lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?". 

El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote o monja. Fue una niña China de once años de edad. 

Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los Comunistas penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al piso, esparciendo las Hostias Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote sabía exactamente cuantas Hostias contenía el copón: Treinta y dos.

Cuando los comunistas se retiraron, tal vez no se dieron cuenta, o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, la cual vio todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró a la iglesia. Allí hizo una hora santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio. Después de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada Comunión. (en aquel tiempo no se permitía a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos). 

 

La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su hora santa y recibiendo a Jesús Eucarístico en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

Este acto de martirio heroico fue presenciado por el sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto convertido en celda.

 Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró a tal grado que prometió a Dios que haría una hora santa de oración frente a Jesús Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si  aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la real y hermosa Presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces el obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo desde entonces sería, atraer el mundo al Corazón Ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento.

La pequeña le enseñó al Obispo el verdadero valor y celo que se debe tener por la Eucaristía; como la fe puede sobreponerse a todo miedo y como el verdadero amor a Jesús en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.

Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es la gloria de Su amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento. Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

JESUS es el Santísimo Sacramento, la Luz del mundo.

Extracto de un artículo “Let the Son Shine"  por el Rev. Martin Lucía  

 

 

 

 

 

 

 

“¡Hoy he comulgado! Esto debe querer decir que hoy por lo menos tengo obligación de poner buena cara y mejor corazón a los que me rodean o viven conmigo, me gusten o me repugnen.

Atreviéndose El a quedarse conmigo, ¿puedo yo rechazar a nadie?

¡Hoy he comulgado! Esto debe querer decir que hoy, por lo menos, no me voy a inquietar por ninguna cosa que me falte. ¡Cuando se tiene a El! ¿puede faltar algo?”

 

Beato Manuel González.

(En busca del Escondido, 63 y 64)

Todo ser dotado de vida a de sostenerla con alimento proporcionado a su naturaleza: por esta causa es diferente el alimento de las plantas, el de las aves y el de los peces; como es diferente el de las personas. El alma, que tiene una vida divina que es la gracia de Dios, también ha de alimentarla, y su alimento normal, instituido por Nuestro Señor Jesucristo es la Comunión. Y así como el alimento corporal sustenta y aumenta la vida del cuerpo, repara las fuerzas y deleita, de la misma manera la comunión produce estos efectos en la vida espiritual, haciéndonos mas vigorosos contra las tentaciones, conservándonos en el camino del bien, aumentando en nosotros la gracia santificante, purificándonos de nuestras debilidades y miserias e infundiéndonos espiritual consuelo. Pero hay que tener en cuenta que, así como del alimento material se aprovecha mas un organismo bien preparado y perfectamente sano, también del alimento espiritual, que es la comunión, saca mas fruto o provecho aquel que es mas santo y perfecto y acude a el preparado con mayor devoción. Para hacer una buena comunión es necesario estar en gracia de Dios, o sea sin pecado mortal, estar en ayunas una hora antes, y además acercarse al Sacramento con la debida reverencia, sabiendo y considerando a quien se va a recibir.

Procuremos pues, recibir con toda la frecuencia que podamos este divino alimento. Pensemos que en este Sacramento no solo esta Dios con su gracia, sino el mismo Jesucristo, real en Persona, con su Cuerpo, sangre, Alma y Divinidad. ¡Comulguemos siempre que podamos!

 

“Siembro una vez en cualquier otra tierra una semilla y al poco tiempo esta semilla me da una flor y un fruto. Todos los días, cuando comulgo, siembro en mi corazón la semilla mas profunda y eficaz de la humildad, de la pureza y del amor…  ¡Dios mío! Cuántas veces tengo que preguntarme avergonzado: ¿y la flor y el fruto de mi comunión? ¡Cuidado con la tierra de mi corazón!”

 

Beato Manuel González.

Florecillas del Sagrario, 50

Si os preguntan por qué comulgáis tan a menudo, responded que es para aprender amar a Dios, para limpiarse de las propias imperfecciones, librarse de las miserias y consolarse en sus quebrantos.

Dos clases de gente necesitan comulgar a menudo: los perfectos, porque no deben alejarse de Aquel que es fuente y manantial de perfección, y los imperfectos, para que puedan aspirar a la perfección; los fuertes para no debilitarse y los débiles para fortalecerse, los enfermos para sanar y los sanos para no enfermar.

Y en cuanto a ti, imperfecto, débil y enfermo, debes comulgar frecuentemente para recibir de Aquel que es tu perfección, tu fuerza y tu medico.

Los que tienen poco trabajo necesitan comulgar frecuentemente porque les sobra el tiempo y la ociosidad es peligrosa para el espíritu, y los que están muy atareados, por la necesidad de alimento que requiere un arduo trabajo.

Decid a los que os pregunten que comulgáis a menudo para aprender hacerlo bien, porque es imposible hacer algo bien si no se practica con mucha frecuencia.

Comulgad a menudo, lo mas a menudo que podáis.

Creedme, si las liebres en las montanas se vuelve blancas en invierno de tanto ver la nieve, así vosotros también, de adorar y comer la misma hermosura, bondad y pureza en este divino Sacramento, llegareis a ser hermosura, bondad y pureza.

 San Francisco de Sales.

San Carlos Borromeo dando la comunión a las víctimas de la peste, por Tanzio da Varallo, hacia 1616 (Domodossola, Italia).